4 de julio

Los que creemos en la libertad, la democracia y la república, celebramos hoy la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, cuyo insuperado manifiesto, redactado por Thomas Jefferson, es la base de toda sociedad abierta.

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Podemos repetir en estos días lo que Abraham Lincoln dijo el 19 de noviembre de 1863 en los campos de Gettysburg: “Hoy nos hallamos embarcados en una vasta guerra civil que pone a prueba la capacidad de esta nación, o de cualquier otra así concebida y así dedicada, para subsistir por largo tiempo”.

En efecto, Estados Unidos, lo que era y lo que representa, está siendo atacado desde adentro por corporaciones articuladas en un oligopolio cuyo ideal político es el régimen fascista chino y que conquistó el poder el pasado 3 de noviembre valido del mayor fraude electoral de su historia.

Pero no todo está perdido: El pasado jueves, la Corte Suprema de EE.UU. declaró inconstitucional, en un caso del Estado de Arizona, la recolección de votos por operadores políticos, uno de los elementos constitutivos del exitoso asalto fascista al poder en el país del Norte, perpetrado por vía del masivo fraude electoral.

Obviamente, en Paraguay y en cualquier país normal del mundo, recoger votos vía operadores políticos es ilegal y constituye un fraude, un delito electoral, pero los fascistas que ahora gobiernan EE.UU. defienden esa práctica fraudulenta.

Un tal Adam Liptak sostuvo en The New York Times, uno de los medios voceros del oligopolio fascista ahora en el poder, que el fallo “hará más difícil votar para las minorías”, como si el voto de las minorías dependiera, para realizarse, de la realización de prácticas que eliminan el escrutinio público y fiscalizado de los votos.

Expongo la posición de Liptak para tratar de hacer ver lo lejos que han llegado los fascistas norteamericanos en sus pretensiones de convalidar prácticas electorales fraudulentas. Abiertamente cuestionan y demuelen hasta el más elemental sentido común. Es el sentido común mismo el que está bajo ataque en EE.UU. de parte del oligopolio corporativo.

El mismo jueves, la Corte también declaró la obligatoriedad de trazabilidad de aportes políticos en California. El oligopolio fascista que asaltó el poder el 3 de noviembre de 2020 mete millones igual que Horacio Cartes a las campañas electorales.

Un tal Kevin Breuninger, integrante de la NBC, otro de los medios voceros del oligopolio corporativo que gobierna EE.UU., presentó la decisión judicial tergiversando tan groseramente los hechos que merece destaque: “La Corte Suprema dice que California no puede exigir a las ONGs revelar sus donantes”.

El fallo de la mayoría de la Corte, sin embargo, redactado por su presidente John Roberts lo que dice en realidad es que “California falló en usar medios más limitados” (en lugar de costosos e interminables juicios) “que hubieran contribuido a alcanzar los objetivos del Estado” (sobre trazabilidad). Para que se entienda, los fascistas hicieron tan difícil la trazabilidad de los aportes políticos, que ella no existía en términos prácticos.

Vale pues esperar aquí lo mismo que Lincoln en Gettysburg: Que Estados Unidos “vea renacer la libertad y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparezca de la faz de la tierra”.

evp@abc.com.py

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