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El propio ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio había declarado que “si no se veían resultados” en poco tiempo, tendría que despedirse de su silla ministerial.
La corrupción es moneda corriente en la PN y las instancias de decisión reaccionan tibiamente ante el reclamo de cambios por parte de la ciudadanía. La inseguridad no es una “sensación” creada por la prensa que “pasa muchas veces” un mismo hecho delictivo, según sostienen los policiacos. La inseguridad es algo que crece con la complicidad de quienes tienen la responsabilidad de protegernos.
Quien diga que no es así, que refute cómo es posible que los ladrones sigan libres y campantes, mientras nuestros compatriotas tienen que encerrarse en sus casas y que cuando salen lo hacen con el Jesús en la boca ante la incertidumbre de si ese día volverán o no vivos a sus hogares.
La inseguridad es real y nos roba también la dignidad ya que ante tal desprotección no queda otra que ir nosotros mismos tras los chorros a que nos devuelvan lo poco que hemos conseguido con nuestro sacrificio diario.
Un ejemplo es la joven Liz Mariela Vega Benegas (23), quien cayó del colectivo cuando perseguía a los ladrones que le arrebataron sus pertenencias y resultó gravemente herida. Todo quedó grabado en las cámaras que, según la PN, son las “culpables” de la inseguridad.
Volviendo a las declaraciones de Guizzio; estas nos dicen cosas como que si no se veían “apretados”, la policía seguiría tan campante sin hacer su trabajo. Si no hubiesen los reclamos tampoco se hubiesen llevado adelante los espectaculares operativos en los que atraparon a integrantes de dos células del clan Rotela, identificaron al asesino del policía que hacía guardia privada en un casino y apresaron a un presunto asaltante homicida.
Pese a que esa es una buena noticia, es solo una reacción para que no rajen a los responsables de este caos a quienes no ha importado barrer con toda una remesa con tal de quedarse. Así las cosas, solo podemos pensar que el arrebato de eficiencia es solo un golpe de efecto para calmar los ánimos y que a largo plazo, finalmente, la cosa cambie pero para peor.