Su familia se está preparando para organizarle ese sábado un buen asado con sus amigos para festejar que ese día alcanza la mayoría de edad.
Aunque parezca un contrasentido ese día todavía no va a poder comprar una lata de cerveza ya que tendrá que esperar hasta los 20, pero sí va a poder casarse sin pedir permiso a nadie, conducir, pagar impuestos, comprar algún terrenito a su nombre y elegir a un presidente para el país.
Pero a “Johny”, como le dicen sus familiares y amigos, la política no le atrae. De hecho está harto de escuchar en su familia que los políticos son todos “mondaha” y de ver solo noticias negativas sobre ellos en las redes y en los medios de comunicación, por lo que siempre sintió un rechazo hacia los políticos en general.
Sin saberlo, y sin inscribirse en el padrón, “Johny” sin embargo va a estar habilitado para votar al día siguiente para elegir a un presidente, un vicepresidente, senadores, diputados, y, como vive en Areguá, a un gobernador y a concejales departamentales.
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Formará parte entonces de esas más de 4 millones 832 mil personas habilitadas para votar en el país ese domingo 30 de abril.
Pero, lo que es más significativo, formará parte de ese enorme grupo de jóvenes de entre 18 y 24 años que si salen de la modorra y de la indiferencia podrían incidir poderosamente en las elecciones.
Solo basta mirar las cinco zonas de mayor caudal electoral, para constatar que son más de 616 mil jóvenes de 18 a 24 años los que estarán habilitados para sufragar ese día.
Son 68.930 en Asunción, 73.975 en Caaguazú, 73.927 en Itapúa, 102.991 en Alto Paraná y 236.772 en Central, entre ellos “Johny.”
El peso en el padrón de la población que está en la flor de la juventud es alto, el problema es que el activismo electoral suele ser inversamente proporcional.
“Bajísima suele ser su participación en cuanto al voto” nos recordaba el viernes pasado en la 730AM, el coordinador de las elecciones generales Luis Alberto Mauro.
Haciendo un poco de números.
En la última elección presidencial que se polarizó, el candidato ganador (Abdo) obtuvo poco más de 95 mil votos de diferencia ante su rival (Alegre).
Para esa elección hubo casi 2 millones 598 mil votos depositados para la presidencia, sobre poco más de 4 millones 200 mil electores habilitados, con una participación del 61,25 por ciento.
Si proyectásemos esas proporciones al próximo año, aún reduciendo la participación a un 60 por ciento, estaríamos hablando de unos 2 millones 900 mil votos, más de 300 mil que hace cinco años.
Una de las claves estará entonces en ver si se mantiene la polarización entre dos candidaturas fuertes.
La otra, la más importante, la capacidad de conquistar y movilizar a la mayor parte de esos 300 mil nuevos votantes que como mínimo podrían sumarse a los resultados finales.
Las prebendas y la capacidad de transporte son un recurso para ello, el otro más potente es la capacidad de conquistar y convencer, y, sobre todo, de generar esperanza.
Quizás pueda producirse entonces la rebelión de los indiferentes, parafraseando la novela de Rogelio López.
Tal vez de ese modo Johny y los suyos nos puedan dar alguna sorpresa.