La psicología, las técnicas de programación neurolínguistica, la inteligencia emocional, las neurociencias y en general el buen manejo de las relaciones, nos lleva a investigar las cuestiones más delicadas y poner sobre la mesa arrojando la luz que hace falta para salir del atolladero. Tanta confusión sobre la ideología de género, que ha suscitado una guerra de ideas, creencias, posturas y reacciones pocas veces vistas en la sociedad. Se habló tanto ya de este espinoso tema, a favor y en contra que quedan pocas aristas a observar. Están igualmente aquellas personas que prefieren no dar a conocer sus pensamientos y opiniones. De todo estamos en la viña del señor.
Las buenas costumbres y los comportamientos correctos en la sociedad son, sin dudas, uno de los pilares de una convivencia pacífica y armoniosa. Dialogando, charlando, reclamando con mucha educación y elegancia, podemos evitar las agresiones y las violencias, tanto de una parte como de la otra. En el momento que la gente pierde los estribos y se fanatiza, el panorama se complica.
También hay políticos oportunistas que usan este tema para su campaña proselitista, sin formar, informar y educar. Ni ellos saben bien de que se trata. Si va a perjudicar o favorecer esos postulados a nuestra gente. Cómo va a impactar en la psicología y la mente infantil. Y en consecuencia de su conducta social posterior a la implantación de esta ideología. Se ha visto también manifestaciones de padres que no están de acuerdo con la misma.
Desde el punto de vista biológico, se reconocen dos sexos. Femenino y masculino, hombre y mujer, macho y hembra. Sostener que un niño puede elegir ser nena o varón, carece de fundamento científico. Que el género es producto de la sociedad o el entorno familiar es otra falacia. Lo que nadie puede discutir es que al nacer ya se ven los genitales que los identifica. Hay que tener los conceptos muy claros en este sentido. Para eso las mamis preparan color rosa o celeste ¿o no es así acaso?.
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La familia natural, desde siempre estuvo constituida por hombre y mujer. Eso se nos enseñó en la casa y la escuela. Es más, la estudiamos como la base, la célula de la sociedad. Cuando la familia se destruye todo viene abajo. Los católicos y cristianos nos manejamos con principios, leyes y códigos morales con los cuales tratamos de conducir la conducta por el buen camino. Con las coordenadas de Dios que nos habla a través de la Biblia. En el momento que el óvulo ya no se encuentre con el espermatozoide, la especie va rumbo a la extinción.
Manipular mentes de niñitos y niñitas, resulta peligroso. Ellos todavía son inocentes y no pueden dimensionar estos asuntos. Se podría elaborar una ley y que elijan a los 18 años visibilizar sus preferencias. A esa edad, tienen su madurez y mayoría. Ya se les puede otorgar el derecho. Un adulto puede hacer de su sexualidad lo que desee. A los 18 los padres ya no mantienen. Se elige carrera y trabajo. Uno es consciente y responsable. Pero la mente y el corazoncito de los pequeñitos son delicados y sagrados, los padres, educadores y sociedad, deben protegerlos para su salud mental, bienestar físico y emocional. Además en una democracia participativa se legisla para la mayoría y no para minorías. La familia natural necesita marketing para contrarrestar corrientes extrañas que no se adaptan a nuestras tradiciones y costumbres. Y a nuestro lema de Dios, patria y familia.