UE y América Latina y el Caribe: de socios naturales a socios preferentes

2023 es un año clave para el relanzamiento de las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe. El 24 y 25 de marzo participaré en la XXVIII Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar en Santo Domingo. Este encuentro con los líderes iberoamericanos se enlaza con la Cumbre UE-CELAC del próximo mes de julio en Bruselas. La confluencia de dos cumbres este semestre demuestra el interés compartido en reactivar la “otra relación transatlántica”.

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Para la Unión Europea, América Latina y el Caribe son mucho más que un  mercado de creciente importancia. Son un continente joven en el que están en  juego valores e intereses cruciales de la UE durante las próximas décadas.

Debemos encender las luces largas y actualizar nuestro enfoque para adaptarnos  a un nuevo contexto geopolítico. La competencia estratégica entre EE. UU. y  China, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el auge del llamado “Sur  Global” conducen al mundo hacia una multipolaridad desordenada e inestable.  No es una invitación al aislamiento, sino una oportunidad para reforzar nuestra  cooperación en un momento en el que los bienes comunes globales son más  necesarios que nunca.

En las dos orillas del Atlántico, queremos reforzar nuestras autonomías, evitando  dependencias excesivas y diversificando cadenas de valor. Por eso necesitamos  más cooperación y acuerdos entre socios económicos y políticos confiables. ¿Si  no nos ponemos de acuerdo entre nosotros, con quién lo vamos a hacer? La  complementariedad entre estas dos regiones cercanas y afines es crucial para  nuestros intereses y respectivos papeles como actores globales.

El punto de partida es evidente: la relación entre la UE y América Latina y el  Caribe es positiva, asentada en vínculos humanos, políticos, económicos y  culturales profundos. Tenemos una de las redes más densas de acuerdos políticos,  de cooperación y comerciales, entre la UE y 27 de los 33 países de la región. La  UE es el tercer destino para las exportaciones latinoamericanas, y la primera  fuente de inversiones en la región. La UE es también el primer contribuyente en  materia de ayuda al desarrollo.

Es verdad, nuestra relación se asienta en cimientos sólidos, pero, tal vez por ello,  nos habíamos dormido en los laureles y otros socios, China en particular, lo han  aprovechado. No basta con reconocer lo que nos une como “socios naturales”.  Debemos mirar al futuro y trabajar juntos como “socios preferentes” que dialogan  y se consultan sobre la base de intereses compartidos. Debemos trasladar el foco

de atención a menudo centrado en los problemas de nuestras respectivas regiones  hacia la búsqueda de soluciones conjuntas ante problemas comunes.

Esto requiere más diálogo a todos los niveles, evitando que los problemas o  desacuerdos de cada parte eclipsen el potencial de la cooperación conjunta. Es  algo que los ciudadanos reconocen. Una encuesta realizada en septiembre de  2021 por Latinobarómetro en diez países latinoamericanos revela datos  alentadores. A la pregunta de con qué región del mundo se beneficiaría más su  país de reforzar vínculos, el 48% nombró a Europa, el 19% a Norteamérica, el  12% a Latinoamérica y el 8% a Asia-Pacífico.

El Caribe, además, como subregión económica, geográfica y culturalmente  reconocible, merece mayor atención política por parte de la UE. Parte de la  respuesta debe consistir en desarrollar una relación y un diálogo más  estructurado.

El objetivo es, por tanto, construir una nueva agenda positiva y pragmática de  cooperación en torno a los tres grandes ejes que marcarán el destino del siglo  XXI: el cambio climático, la revolución digital y la justicia social. Latinoamérica  y el Caribe son un socio fundamental para alcanzar los objetivos  medioambientales mundiales y la aplicación del Acuerdo de París. La región  concentra un 60% de las especies terrestres y solo la Amazonía representa el 56%  de los bosques húmedos del mundo. Sin el patrimonio natural colosal de América,  el mundo no podrá proteger su equilibrio ecológico.

La región también es clave  para lograr que la transformación digital se ponga al servicio de las personas,  respetando su privacidad, sus derechos y libertades, ampliando el acceso a  servicios públicos y privados. Por eso acabamos de lanzar, el pasado 14 de marzo  en Bogotá, una Alianza Digital para promover una transición digital justa y  centrada en el ser humano.

La dimensión social es indispensable: las transiciones verde y digital serán justas  y democráticas o no serán. La democracia está en retroceso en todo el mundo y,  al mismo tiempo, las sociedades latinoamericanas claman ante la pobreza, la  desigualdad y la violencia. Se estima que, a finales de 2022, uno de cada tres  latinoamericanos estaba en situación de pobreza y uno de cada seis en situación  de pobreza extrema. También en Europa el riesgo de pobreza y exclusión social afecta a más de una quinta parte de la población.

No será posible defender  nuestras democracias y superar la amenaza autocrática, ni en América ni en  Europa, sin forjar un contrato social más justo y sostenible. Para desarrollar esta  agenda, tenemos nuevos instrumentos como “Global Gateway”, la estrategia  europea para apoyar inversiones sostenibles y transformadoras reuniendo el  músculo financiero de UE, Estados miembros, instituciones financieras y sector  privado.

Por último, ahora todavía más, debemos promover juntos la paz, la democracia y  los derechos humanos a través de un orden multilateral más justo e incluyente.  Decimos siempre que América Latina y la UE somos firmes defensores del  multilateralismo, y es verdad. Juntos hemos votado y exigido el respeto de los  principios del derecho internacional, como el respeto a la integridad territorial y  la soberanía de los estados. Pero debemos ir más allá para reforzar la cooperación  en materia de paz y seguridad. Nuestras regiones deben jugar un papel clave en  la reforma de la arquitectura internacional financiera y de seguridad.

*El autor es Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad

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