Oportunidad

La semana pasada, los dos principales candidatos a gobernador de Itapúa, Federico Vergara (ANR) y Javier Pereira (Alianza) mantuvieron un encuentro con estudiantes universitarios, propiciado por la Universidad Autónoma de Encarnación.

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Además de escuchar las propuestas, fue un espacio propicio para que los jóvenes expresen viejos y repetidos reclamos que, por antiguos, ya forman parte del paisaje social: falta de oportunidades de trabajo, inseguridad creciente, problemas de transporte público, entre otros.

Cada elección de autoridades públicas, sea del nivel que fuere: gobiernos locales, regionales, o nacionales, configura una esperanza de cambio. Cada proceso eleccionario transmite una expectativa, una sensación de que lo que está por venir será mejor a lo actual.

Eso es, al menos, lo que espera el ciudadano común, aquel que con su esfuerzo cotidiano busca superarse, procura salir adelante, vivir dignamente, en una sociedad que se caracteriza por una brutal inequidad.

Esta inequidad imperante impide que esos ideales de vivir mejor sean una realidad, pese a que en nuestro país tenemos todo para lograrlo. Y es precisamente aquí donde el común de la gente deposita su confianza en quienes ocupan las posiciones de liderazgo en la sociedad.

Se espera de quienes administran los recursos del Estado su esfuerzo, su sabiduría, y ese sentido de solidaridad que impulsa a trabajar por el bien común. Por crear las condiciones para que todos tengamos oportunidad de llevar una vida digna.

La experiencia, a lo largo de estos años de democracia formal en la que son “elegidos democráticamente” los sucesivos líderes políticos, es que sus motivaciones no precisamente coinciden con esos nobles ideales de bien común, sino por el contrario, los anima el afán de acaparar recursos y oportunidades para sí, y su entorno inmediato.

Sobrados ejemplos existen de ese pernicioso modelo de liderazgo político de jugar con las barajadas marcadas y aprovechar los privilegios que les fueron concedidos, merced a un contrato social que no tienen empacho en violentar.

Además de un sentimiento esperanzador con que debemos encarar este proceso eleccionario, se impone la necesidad de un sentido crítico y de responsabilidad social a la hora de depositar el voto de confianza en tal o cual candidato. Conocer su trayectoria de vida, su huella. De qué vive, quién le financia la campaña, qué hizo por su ciudad, por el país. Este fin de mes a los paraguayos se nos presenta una oportunidad. No la tiremos por la borda.

jaroa@abc.com.py

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