Faltan Hombres

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Durante años, la tira cómica del entrañable dibujante y caricaturista Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón, Mendoza 1932-Mendoza 2020), nos hacía reír y también reflexionar con las agudas críticas sociales publicadas en su obra cumbre “Mafalda”, de la que –entre otras cientas- rescatamos hoy una en particular donde la niña protagonista compartía el ascensor con dos damas mayores, que se quejaban de la pobre oferta electoral de los candidatos, comenzando por la propia figura de los mismos, desazón que una de las damas remató con un airado “¡Faltan hombres, doña Margarita, faltan hombres!”.

Oyendo aquello, la perspicaz Mafalda, quien tenía un amor enorme por su padre, un contador sacrificado y jefe de familia amoroso, se molestó tanto con la dama que le reclamó allí mismo “¿Y mi papá qué es, un sifón de soda?”, mostrándonos la siguiente y última imagen a la niña corriendo del ascensor abierto seguida por los improperios de las dos señoras.

Estos “chistes” del genial autor, que escondían en realidad agudas observaciones sobre las realidades sociales y políticas de ese momento, vieron la luz hace más de cinco décadas, pero siguen tan vigentes como en aquél entonces. Algunas cosas cambiaron, sin duda alguna: Las damas en cuestión por ejemplo se refieren a “los candidatos”, por lo que inferimos que se trataría de varones, no encontrando las mujeres en aquél entonces el espacio en la política que tienen hoy en día y que lo ocupan por cierto de muy buena manera, por la que sería recomendable que ocuparan mucho más.

Las demás cuestiones, siguen igual: Las generaciones mayores que no dan su lugar y no quieren escuchar a los más jóvenes, estos últimos que en su inexperiencia a veces son un poco descuidados en el respeto que deben demostrar hacia los mayores y, por sobre todas las cosas, y sin poner en tela de juicio de ninguna forma la fe que Mafalda tiene en la integridad de su padre, la falta de hombres probos que asuman el riesgo de postularse a cargos públicos y que no sucumban por el camino a los cantos de sirena que puedan oír, sigue siendo el mismo problema hoy como lo fueron en 1970.

Faltan Hombres: Mujeres y Varones de talla moral importante y conducta irreprochable, por los que los ciudadanos podamos votar sin ninguna duda y con la certeza de que cumplirán a pie juntillas todas las promesas electorales, como así también darán seguimiento a aquellos programas exitosos que haya iniciado el Gobierno anterior, imbuidos de la grandeza moral de que reconocer los méritos de los demás dignifica de la misma forma al reconocido como al que reconoce.

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La vereda por la que transita el político es un camino azaroso, por el que es casi imposible caminar sin que, de alguna forma, te rocen las espinas”, gusta de sentenciar un amigo, profesional y correctísimo Fiscal oriundo de Misiones. Y parecería que no está demasiado alejado de la verdad, sobre todo cuando vemos a rectos candidatos, que reúnen en apariencia todos los requisitos para cumplir –hasta con creces- con las funciones para las que fueron electos, pero que por el camino como que se arrugan, amilanan, decayendo en sus intenciones iniciales –en las que creímos, ¡porque finalmente tenemos la necesidad de creer!- para terminar prostituyéndose al caer en las no muy sutiles tramas de esta tela de araña que termina atrapando a todos los que caen en ella.

Esta ausencia de liderazgos asumidos por personas probas, íntegras, nos complica el panorama a quienes reunimos –o creemos reunir- los siguientes requisitos para ir a depositar nuestro voto el domingo 30 próximo: No obramos por interés particular ni buscando un rédito directo a nuestra persona o peculio, no tenemos un pariente/amigo cercano postulando por un puesto, estamos despojados de la necesidad de cuidar nuestro cargo o eventuales ventajas directas, es decir, estamos complicados todos los que pretendemos VOTAR A CONCIENCIA, buscando –quizás pecando de bastante ingenuidad- más allá de toda la mentira cantada y repetida al respecto lo mejor para nuestros País, nuestros hijos, la sociedad y el futuro.

Faltan hombres… que nos hagan más fácil la tarea de ser honestos en el momento del sufragio, donde ya hemos tomado tantas malas decisiones inducidos equivocadamente. En estas ocasiones, se hace tan difícil actuar correctamente, tanto de cara a los demás como hacia uno mismo, porque anhelamos cumplir y respetar nuestras más profundas convicciones y no encontramos las herramientas para hacerlo.

Aun así, está claro que la oferta electoral se compone, por un lado, de una propuesta basada en un concepto perimido, que ya apenas se sostiene por su propio peso y enorme compromiso hacia el clientelismo político; mientras que del otro lado tenemos a un grupo de personas que, con sus defectos y virtudes, suponen un golpe de timón moderado y necesario para nuestro país. Solo nos resta esperar, apelando a que cada ciudadano cumpla cabal y correctamente su obligación en el día de las elecciones y que, a partir de ajustes, pruebas y errores además de correcciones siempre necesarias, empecemos a construir espacios nuevos a partir de los cuales surjan nuevos hombres y mujeres, forjados a partir de nuestras equivocaciones, pero mucho mejores que nosotros.