Desafíos para un gobernador

Serios desafíos esperan al gobernador electo de Itapúa, Javier Pereira (Concertación), quien el 30 de abril rompió la hegemonía colorada de tres décadas en el gobierno regional, desde su creación a través de la Constitución de 1992.

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Se puede decir que este acontecimiento histórico no fue una sorpresa. Pero el hecho de su irrupción en este coto de caza colorado a más de uno dejó con la sangre en el ojo, y sin dudas tendrá algunos “efectos colaterales” que exigirán del futuro gobernador hacer uso de toda su capacidad de gestión y negociación, dada su condición de opositor al gobierno central.

Esperemos no se repita la experiencia de la Municipalidad de Encarnación, donde la ANR perdió su hegemonía de más de 70 años en el 2015, y la consecuencia inmediata fue el corte de suministros a un programa de ayuda de la entidad binacional Yacyreta (EBY) al hospital pediátrico municipal. Restablecido en el 2018, cuando el actual director del ente, Nicanor Duarte Frutos, puso fin a la enojosa situación, motivada en “cuestiones políticas sectarias”, según sus propios términos.

Las gobernaciones, en general, por un defecto de nacimiento, son una especie de florero grande y costoso. Sin vuelo propio ni en asuntos de política económica, ni comercio internacional, ni seguridad. El gobernador no tiene siquiera capacidad de llamar la atención a un jefe de comisaría.

En este contexto, en especial Itapúa, plantea inquietantes desafíos de gestión al gobierno entrante. Es uno de los departamentos más productivos y gran aportante del PIB, pero adolece de una profunda inequidad. Exclusión y desplazamiento de comunidades campesinas, persistente deterioro del ambiente, cordones de pobreza en las ciudades, inseguridad creciente y una “floreciente” industria de la mafia narco.

Cada una de estas cuestiones tienen en el gobierno central su órgano de competencia específico, y el nivel de intervención del gobierno regional en estos asuntos es bastante precario, por lo que la capacidad de gestión es su principal desafío.

Otro no menos importante es transparentar la gestión de la Gobernación. Sólo a modo de ejemplo: desde el 2014 la Gobernación recibe de la EBY un importante caudal de dinero para un “emblemático” programa “Ñemity”, de ayuda a pequeños productores agrícolas. Este año recibió unos G. 6.700 millones. Equivalente a más de 18 millones de guaraníes por día, cuyo impacto no vemos en la realidad campesina. El presupuesto 2023 para Itapúa es de poco más de G. 105.000 millones. Unos 287 millones de guaraníes por día. Sería oportuno saber en qué se emplea ese dinero de los contribuyentes.

Finalmente, uno de los desafíos de mayor complejidad que espera al gobernador es convertir ese espacio de poder en una herramienta al servicio del pueblo, y no un mero trampolín político y mostrador de negociación de cargos de favor.

jaroa@abc.com.py

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