Es una hermosa predicación que Jesús hace, conocido como “Discurso del Envío a la Misión”, pues Él llama a los apóstoles, les instruye, les da poder y les envía.
Ser enviado de Jesucristo y ser misionero es deber de todo bautizado. La razón de este compromiso es que Él “al ver la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.”
En esto se manifiesta la sublimidad del amor cristiano: en el compromiso con los que están agobiados, por distintas razones. Es aceptar el mandato del Señor y vencer la indiferencia que nos ahoga, como un espantoso moho.
Jesús llama por el nombre, para significar que no es casualidad: usted debe sentirse convocado personalmente por Él y, ojalá, no rehúse este privilegio.
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El Señor sabe que ser misionero del amor, de la justicia y de la tolerancia no es fácil, pues los criterios del mundo enaltecen el éxito y el poder, aunque por medio de muchas inmoralidades.
Sin embargo, el bondadoso Maestro nos fortalece en esta tremenda batalla, y nos da poder de expulsar los espíritus impuros y de curar las enfermedades.
Los “espíritus impuros” que existen alrededor nuestro son variados y tramposos. Vemos personas apáticas, que solamente saben criticar a los demás, y tomar pastillas; hay aquellas que se dejan dominar por el alcohol y causan lamentables accidentes de tránsito. Están también los corruptos, que no se importan de robar lo que sea: a todos hay que anunciar que los valores del Reino de los cielos ya llegaron a la puerta de su corazón.
Además, celebramos hoy el Día de los Padres. Todo papá debe ser un misionero en su hogar, interesado por el crecimiento integral de sus hijos: la dimensión física, psíquica, espiritual y social.
El papá-misionero es aquel que motiva su familia para participar de la Santa Misa todos los domingos. También es aquel que educa a sus hijos con su ejemplo de vida, que facilita el diálogo con ellos, inculcando sanas costumbres, y protegiendo de las ideologías que envenenan el alma.
Les hace ver que, sin la debida prudencia, la internet puede convertirse en un agresivo “espíritu impuro”, ya que bajo la flamante etiqueta de “ser moderno... nada del viejazo...”, uno puede atraer muchos desastres.
De modo especial, tiene amor y respeto por su esposa, pues, padre y madre deben formar juntos la personalidad de los hijos.
Paz y bien.