Antelco Responde

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De tanto en tanto, parecería como que a los paraguayos nos ponen a prueba nuestra siempre renovada capacidad de asombro, con alguna nueva trapisonda de una autoridad o institución pública que nos hace dar un salto en nuestros asientos. Y es que a pesar de lo baqueteados que estamos siempre existe la posibilidad de enterarnos de algo nuevo que nos lleva a decir “¡Mirá un poco…!”.

Una de estas situaciones mencionadas se repitió un par de días atrás, cuando la prensa –¡siempre la maldita prensa ventilando cosas incómodas! - informaba que la empresa estatal de telefonía COPACO, ya de por sí endeudada por años de malos manejos administrativos, fraudes e inversiones absurdas direccionadas a beneficiar a algunos, está debiendo varios millones de dólares en concepto de sueldos atrasados. Entre las aristas retorcidas del caso, una bien llamativa es que el tema sale al tapete a causa de que se incumplieron plazos y condiciones negociadas con el Sindicato, las cuales están tan al margen de la legalidad como todas aquellas circunstancias que llevaron a esta institución a la quiebra técnica. Lo que se dice, todo mal.

Para los jóvenes, la comunicación, así como la conocemos hoy es algo absolutamente normalizado, al punto de que asumen que esto ya existió y fue siempre así, y les resulta imposible siquiera concebir algo distinto. Probablemente hasta les cause gracia escuchar que hace sólo 30 años se hablaba por teléfono con el hermano al otro lado del mundo buscando el horario más económico, las abuelas escuchaban a través de un tubo el primer llanto de sus nietos y los procesos de enamoramiento requerían de extensas horas de flirteo telefónico. Y no nos olvidemos de los negocios que prosperaban y se agilizaban, las previsiones que podían hacerse y las distancias que se achicaban, además de cientos de otras ventajas que se lograron gracias a la telefonía.

Quizás algunos recuerden la publicidad de la telefónica estatal, difundida allá por el ´85, que era muy simpática: Una caricatura representando a un teléfono con ojos, nariz y boca sonriente, que se ponía amablemente a disposición de la gente mientras decía Antelco responde”. El texto correspondiente indicaba que la empresa inauguraba nuevas sucursales trasmisoras en diferentes localidades del interior del país, con lo cual la cobertura de la línea baja se ampliaba, siendo accesible a cada vez más paraguayos.

La ANTELCO –Administración Nacional de Comunicaciones- remonta sus antecedentes a la época de don Carlos Antonio López, bajo cuyo gobierno se instalaron 1.500 kilómetros de líneas telegráficas en Paraguay. Perdido todo con la Guerra Grande, y quince años después de finalizada aquella una empresa particular obtuvo la concesión de los servicios, de tal forma que todo lo relacionado a comunicaciones particulares estuvo en manos privadas hasta mediados de los años 40.

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En el ´47 la comunicación fue –nuevamente- estatizada y pasó a llamarse Antelco, bajo dependencia del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, y década y medio después, ya gracias a los avances de la tecnología y la masificación de la telefonía analógica (trasmisión a través de cables de cobre), tuvo un boom que cambió la vida de la gente para siempre, y lo sigue haciendo a través de tecnología nueva y altamente sofisticada.

Era tan importante el teléfono de línea baja, que se instalaba en las salas de las casas, otorgando a su propietario un status social importante, demás está decir que la cercanía del aparato era estratégica por todas las oportunidades que representaba. La Antelco tuvo su apogeo durante la Dictadura, y durante la misma empezó igualmente su debacle, acelerándose después de la caída del Dictador. Fueron titulares de la institución amigos del poder durante varios gobiernos, y formaron y forman parte de su numerosísima nómina muchos beneficiados con el cuoteo político… y así le fue. En el año 2001, dentro de un proceso de reorganización de Entidades públicas, la empresa cambió de nombre y pasó a llamarse Compañía Paraguaya de Comunicaciones Sociedad Anónima, o sencillamente COPACO S.A., con capital 100% estatal.

¡Increíble! siendo una empresa con tantos recursos genuinos, contando con cientos de oficinas en todo el país y –creeríamos por lo menos- con miles de funcionarios capacitados, no supo absorber las oportunidades y nuevos desafíos que brindaba el mundo de las comunicaciones y se volvió cada vez más lenta, paquidérmica y definitivamente deficitaria. Licitaciones fraudulentas de por medio, siempre en manos de políticos, con una enorme carga de funcionarios sin funciones, la empresa pierde dinero hace años, y nadie hace nada por detener esto.

Los más de 4 mil funcionarios de la nómina oficial de este gigante corrupto, quebrado a partir de licitaciones oscuras, administración pésima de un intento fallido de explotación de telefonía celular, alquiler de satélites que no pasaron por Contrataciones Públicas y muchísimas otras anomalías, merecen que sus casos sean atendidos. Por otro lado, ya hace años se hubiera negociado sus contratos, resultando mucho más barato pagar liquidaciones que seguir abonando salarios a costa del erario público.

Ya la COPACO no responde a los requerimientos de nadie, y se impone sanear la institución para privatizarla, vendiéndola al mejor postor, ya que en las condiciones actuales no vale nada y sirve menos aún. Lindo desafío para el Gobierno que asume, que esperemos tenga la valentía de tomar este problema incómodo por las astas y darle una tan necesaria solución definitiva.