El robo de motocicletas y bicicletas se ha convertido en el pan de cada día, principalmente en las dos ciudades con mayor cantidad de población: Pilar y Alberdi.
A estos hechos va ligado el mal que causa gran preocupación porque daña el tejido social: el microtráfico o venta a menudeo de estupefacientes, drogas.
Es impresionante la cantidad de dinero que mueve la comercialización de las sustancias ilícitas, que perjudican principalmente a los jóvenes del departamento. Según datos que manejan las instituciones que deberían evitar el flagelo, las ventas de drogas está permeando todos los niveles sociales, llega hasta las instituciones educativas y eso genera una mayor preocupación.
Para haber avanzado hasta tal punto, indefectiblemente debieron contar con apoyo de funcionarios curruptos y protección de seudodirigentes políticos. Es más, es común que negocios de este tipo estén manejados por una rosca de funcionarios y algún “poderoso” o algunos “poderosos” de la zona.
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Aunque el Departamento de Antinarcóticos de la Policía Nacional está trabajando en la zona y logró desbaratar redes de microtraficantes de Alberdi y Pilar, el esfuerzo debe continuar porque hay mucho por hacer.
El obispo de Misiones y Ñeembucú, monseñor Pedro Collar, sumó su voz a los sectores preocupados por la triste y angustiante realidad. Dijo que hay que buscar con las autoridades nacionales una solución al deterioro del tejido social.
El religioso planteó restablecer el diálogo dentro de la familia y entre autoridades en la búsqueda del bien común para lograr una sociedad más justa y equitativa.
Da pena y tristeza ver a tantos jóvenes perder sus estudios a causa de las drogas, jóvenes que deberían estar en las aulas, estudiando, deambulan por la calles cobrando “peajes” a cualquiera que pasa por la cuadra. Las autoridades deben tomar medidas urgentes para cortar de raíz este mal para devolver la tranquilidad al departamento de Ñeembucú, enfatizó el prelado.