Las tensiones afloraron cuando el concejal Aldo Barrios (Yo Creo) lanzó fuertes acusaciones hacia sus colegas, sugiriendo que estos se vendieron como kure ra’y (chanchito) para conformar una mayoría oficialista.
Las acusaciones no resultaron descabelladas, ya que la elección de la mesa directiva finalmente recayó en manos de los miembros del Partido Colorado, gracias a los votos otorgados por los ediles liberales. Resulta aún más dudoso que, en este proceso, no solo apoyaron a los colorados, sino que también rechazaron activamente las nominaciones propuestas por sus propios compañeros para luchar por posiciones de liderazgo.
Los concejales liberales Aníbal Fidabel y Arnaldo Barreto rechazaron estas nominaciones a ocupar el cargo. También la edil Julia Ferreira (PLRA) votó por los colorados y Arnaldo Barrero se abstuvo.
De esa manera, Carolina Rivas, representante de la ANR (alineada con el sector cartista), fue electa presidenta de la Junta y contó con tres votos de liberales. Estos fueron compensados con la vicepresidencia con la elección de Elio Castillo, cuando que si todos los opositores se unieran hubieran logrado los votos para acceder a los cargos.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Los liberales alegaron que prefieren evitar la pelea política para justificar el vergonzoso acomodo que a todas luces favorece al oficialismo. Es lamentable que, desde la primera sesión, no se haya observado un esfuerzo genuino por equilibrar el poder y garantizar una representación justa. ¿Qué se puede esperar de supuestos representantes de la oposición que, con sus acciones, generan dudas y arrojan sombras sobre su postura?
El papel de la oposición es de vital importancia para mantener una democracia saludable. Se espera que los concejales actúen en consecuencia, en lugar de plegarse a los deseos del ejecutivo de turno, traicionando así la confianza depositada en ellos a través de los votos.
A pesar de que la elección de la mesa directiva podría parecer un detalle menor, en realidad refleja una preocupante tendencia de concejales inicialmente considerados opositores a ser absorbidos por el aparato político dominante. El deber de representación y la responsabilidad hacia la comunidad que debieron prevalecer desde la primera sesión lastimosamente ya fue manchada.