La persona va tomando consciencia progresivamente de su compromiso, siempre y cuando lo busque sinceramente, y se empeñe en vencer sus comodidades. Dios es el primer interesado en que nos enchufemos en su proyecto, porque sabe que en ello está nuestra verdadera liberación.
El Evangelio muestra cómo el Ángel, enviado por el Señor, pidió la colaboración de María hacia el nacimiento de Jesús: “Alégrate, no temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz a un hijo; Él será grande y su reino no tendrá fin”.
La respuesta de esta mujer bienaventurada es ejemplo para todos: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”. Y, de esta manera, ella cumplió su parte.
Ahora, nos toca a nosotros identificar más claramente nuestra tarea, y no buscar harapientas excusas para seguir repitiendo nuestras flojeras y haraganerías.
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La ternura del Señor se repite, pues Él también nos envía un “ángel” para que nos ilumine. A veces, tal “ángel” será la exhortación de un familiar, la lectura de un libro interesante, una Eucaristía participada con el corazón, o el dolor de una enfermedad.
Sin embargo, nos interpelan otros hechos, que se dan alrededor nuestro, como el áspero desempleo, que daña a tantos hermanos, la brutalidad de los accidentes de tránsito, e incluso, el implacable consumismo de esta época navideña.
Cuando uno se percata de la misión que debe realizar para ser coherente con su fe, seguramente quiere desanimar, pero el Señor le habla: “Alégrate, no temas”.
“Alégrate”, ya que colaborar con Dios es el camino más seguro para experimentar un grandioso júbilo, aunque en medio de ciertas dificultades, sea con la propia debilidad, sea con la falta de apoyo de otros.
Cuando uno colabora con Dios, siempre “concibe y da a luz” a algo valioso, aunque sin aplausos de la sociedad, y tal vez, sin ninguna recompensa económica. Como María, es fundamental alimentar nuestras buenas iniciativas con una fe humilde, pues el Señor es fiel y dará frutos a nuestro empeño.
Abrir espacio dentro del corazón para “que se haga en mí según tu Palabra” es un gesto que genera paz interior, porque la persona iluminada por el Proyecto del Señor, sabe encontrar soluciones fraternas y éticas para los desafíos que la vida le propone.
Feliz Navidad a todos, en nombre de los Hermanos Capuchinos.
Paz y bien