Calidad de vida

Paseando por las capitales del Norte argentino, aunque especialmente por Mendoza, deliciosa ciudad de la región cuyana, lo que me parece notable como castigado habitante de Asunción, y de nuestro Paraguay, es la calidad de vida de la que gozan quienes están afincados en estas ciudades.

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Todas las avenidas, que son muchísimas en todas ellas, y la mayoría de las calles están frondosamente arboladas con lujuriosas especies no nativas que prodigan sombra, sonidos y colores a sus habitantes y que ningún imbécil tuvo éxito en cortar para plantar especies nativas.

Nuestras instituciones políticas, en cambio, están tan colmadas de funcionarios con el culo sucio que obedecen sin trámite a los vendedores de indulgencias higiénicas para bandidos que ofertan las empresas/sucursales autodenominadas “organizaciones no gubernamentales” (ONG) hasta para idioteces como matar árboles por no ser nativos.

Pasando por Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza, habré contado en total no más de diez lomadas (literalmente), todas hechas de acuerdo a los estándares internacionales y cero lomo de burro, esos a los que nuestros encastaditos (hijos o demás deudos de aquellos culos sucio) dieron nombre: “de burro”, acción de la ignorancia y la corrupción contra las personas que se esfuerzan en tener auto.

Los automovilistas aquí no sufren la estupidez de los rufianes que en nuestro país destruyeron, y siguen destruyendo, calles y rutas con dicho monumento a la cretinidad.

Las plazas están todas hermoseadas y bien mantenidas, lo reitero, y todos salen a disfrutarlas. No estoy exagerando, las plazas siempre están concurridas. No son espacios insufribles ocupados por operadores políticos disfrazados de mendigos como las nuestras, sino espacios de verdadero uso público. Nosotros en esto hasta hemos degradado el idioma para complacer a ocupantes de plazas.

Asunción y nuestro Paraguay no estaban tan descompuestos como ahora. Lo nuestro es una degradación que estimo que se agravó y consolidó con el nefasto marzo del 99, cuyos autores y cómplices están muriendo todos impunes.

Las veredas son espacios usados por el público, bien pavimentadas y bien limpias, en las capitales del Norte argentino. Lo reafirmo porque es grosera la diferencia y más grosera es la falta de respeto con que nuestros municipios sirven a quienes pagan los salarios de los pillos parásitos que los superpueblan, toditos igual de inútiles e inmorales que los nepobabies que, por suerte, empiezan a escandalizar a nuestra sociedad.

No estoy idealizando a esta Argentina que estoy disfrutando. Estoy repitiendo que con todos sus problemas gigantescos, aun a pesar de ellos, ofrece, al menos acá en el Norte, mucho mejor calidad de vida que la que puede obtenerse en nuestro Paraguay, lo cual es mucho decir.

evp@abc.com.py

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