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Cientos de jóvenes, de trabajadores, y vecinos en general no pueden cumplir sus tareas porque en esos días no tienen colectivos. El hecho amerita la intervención de algún organismo de defensa del consumidor, pues atenta contra derechos consagrados.
Los dueños de estas empresas que monopolizan el servicio público incurren en abuso de poder. Atentan contra la dignidad de la ciudadanía. Violentan sus derechos. Es una situación que amerita la intervención de los organismos de protección al consumidor.
Quien más sufre esta exhibición de prepotencia impune es el ciudadano de a pie, aquel que depende del transporte urbano para desarrollar su actividad cotidiana, quien paga con penurias una pulseada de intereses que les son lejanos y ajenos.
Quienes deberían preocuparse y ocuparse del bienestar de sus conciudadanos, nuestros representantes en la Comuna, miran para otro lado, o directamente especulan en favor de intereses creados. Para nadie es un secreto el papel que juega el sistema de transporte durante las elecciones, y que existe un maridaje de conveniencia entre un sector empresarial y sus compinches en el ámbito de la política.
Tampoco escapa el hecho de que en la Junta Municipal hay actores que apuestan al fracaso de cualquier intento por regularizar el transporte público urbano. Un sistema que opera de facto desde hace años.
En junio pasado cuatro intendentes del área metropolitana de Encarnación instalaron una “mesa” de trabajo para la regulación del sistema de transporte. Más parece una mera expresión de buenos deseos. Existen razonables dudas de que tendrán la capacidad para impulsar su objetivo frente a un sector político-empresarial que tiene su agenda propia en la materia. Un dato no menor es que tres de esos cuatro municipios tienen intendentes opositores al poder central.
Entretanto, la ciudadanía parece condenada a sufrir, impotente, el irrespeto y prepotencia de individuos que se valen de la política, no para la búsqueda del bien común, sino para imponer fines motivados en la codicia y ambición de poder, desprovistos de toda ética y sentido de justicia.