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Si fuera por el texto de la Constitución y por quienes fueron investidos de autoridad para acatarla y hacerla cumplir, José María Ibañez hubiera continuado como diputado, a pesar de haber reconocido que utilizó para sus gastos personales los fondos del Estado, además de tratar de engañar a la opinión pública y de burlarse de la justicia ordinaria.
Javier Díaz Verón hubiese continuado disfrutando libremente de los bienes malhabidos acumulados durante el ejercicio de la titularidad del Ministerio Público, y Oscar González Daher continuaría como senador nacional con toda la protección de los fueros parlamentarios, si no fuera por la denuncia de la prensa, la agitación de los ciudadanos movilizados y la virulencia de las redes sociales.
Cayeron tres peces grandes; varios otros están en lista de espera con procesos, imputaciones y serias sospechas o investigaciones a nivel internacional. Si lo que está ocurriendo no pasa de una vulgar vendetta política de los que ganaron en contra de los que perdieron, vamos camino a un saludable saneamiento y normalización de los roles institucionales de una república.
Si fuese ese el camino que comenzamos a recorrer, pronto veremos caer a muchas otras frutas podridas y, más temprano que tarde, el Poder Judicial se verá obligado a cargar con su responsabilidad institucional de impartir justicia según la ley.
A partir de ahí tendremos que preocuparnos ya por los locales de la penitenciaría nacional, donde los presos comunes correrán el riesgo de convivir con verdaderos ladrones y criminales de verdad, que irán cayendo a medida que el Paraguay se vaya desligando de la mafia.