El pasado martes, diputados de la oposición presentaron oficialmente el pedido de juicio político al presidente Mario Abdo Benítez y al segundo al mando del Ejecutivo Hugo Velázquez. Esto se debe a la crisis política que ocasionó el acta bilateral de Itaipú, firmada en secreto el 24 de mayo. A esta historia, se suman los diversos mensajes de Whatsapp que se han encargado de revelarnos los capítulos ocultos.
Así pues, el martes pasado, nuestro primer mandatario declaró que no estaba al tanto de lo que ocurría con el acta bilateral; sin embargo, en su cruce de mensajes con el extitular de la Ande, se observa perfectamente que no solo conocía de la gravedad del acuerdo, sino que solicitaba discreción respecto al tema. Asimismo, no podemos dejar de mencionar la actuación del vicepresidente Hugo Velázquez, en esta narración terrorífica.
Diferentes capturas de pantalla revelaron que su “asesor jurídico” José Rodríguez solicitaba, en nombre de Velázquez, la omisión del punto 6 del mencionado acuerdo; este inciso permitiría la venta de energía al mercado brasileño. Entonces, si nuestros principales dirigentes solo demuestran que carecen de buenas actitudes para gobernar, ¿qué futuro le espera a nuestro país?
Según la Constitución Nacional, en caso de presentarse una doble acefalía en el Ejecutivo, el presidente del Poder Legislativo constituye la figura que debe tomar las riendas de la administración del país. En consecuencia, si Mario Abdo Benítez y Hugo Velázquez son destituidos, Blas Llano se convertirá en el primer mandatario.
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No obstante, Llano no aparece como una luz esperanzadora al final del túnel. En el 2017, el actual presidente del Congreso participó de una sesión clandestina para impulsar una enmienda inconstitucional, que hubiese permitido la reeleción presidencial de Horacio Cartes. La muerte del joven Rodrigo Quintana, durante un asalto policial a la sede del PLRA, constituye solo una de las consecuencias del hecho.
Por eso, ¿el posible remedio es peor que la enfermedad? Mientras a Blas Llano “no le quita el sueño la idea de llegar a la presidencia por caminos torcidos o por atajos”, el común de los ciudadanos tiene que pelear diariamente con un salario que no alcanza, sometido por un sistema de salud deficiente, utilizando calles en condiciones deplorables.
Así pues, de las acciones que adoptemos como sociedad dependerá que superemos la situación crítica en la que nos encontramos. Al fin y al cabo, es la ciudadanía la que coloca en la silla de poder a aquellos que deberían gobernar con capacidad y honestidad y no como estos que solo miran sus intereses particulares.
Por Rebeca Vázquez (18 años)
