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El violinista José Weber es un joven natal de Carapeguá, pero vive actualmente en Asunción por razones laborales; el mismo forma parte de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura desde sus comienzos. “El director de la banda, Favio Chávez, en aquel entonces, era nuestro profesor de música y nos trajo a la capital junto con otros compañeros cuando inició el proyecto”, recuerda.
“Ejecuto el violín desde los nueve años y recuerdo perfectamente que en mi infancia, viendo un capítulo de la famosa caricatura Tom y Jerry, el gato Tom dirigió una orquesta. Desde ese momento, quedé apasionado por la música y, en especial, por el violín”, declara el carapegüeño.
El joven describe su amor por la música con una sola palabra: pasión. “Todos los obstáculos que pasé, anteriormente, son una de mis mayores motivaciones para seguir adelante porque no fue nada fácil practicar el violín y estudiar a la vez. Lo mejor de esto es que uno, estando feliz, enojado o triste, agarra su instrumento, lo ejecuta y es capaz de evidenciar los sentimientos que uno lleva dentro en ese momento”, explica.
“Mis padres siempre me apoyaron en esta actividad, en especial mi mamá, ya que desde los 11 años viajo a muchos lugares. Ellos siempre me ayudaron y asistieron a mis conciertos en primera fila, pero, en algún momento, les causaba un poco de molestia, pues practicaba toda la noche y no les dejaba dormir por los altos sonidos del instrumento”, cuenta José.
El instrumentista afirma que lo mejor que le pudo haber sucedido, junto a la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, es la gira con la conocida banda estadounidense Metallica. “Fue algo que no nos imaginábamos vivir y, posiblemente, nunca más se dará. Uno de mis cumpleaños pasé en el tour y, cuando eso, aterrizamos en Ecuador, ¡fue una locura!”, declara.
“Joselo” dice que se encuentra un poco apartado de la Orquesta por cuestiones laborales pero, apenas puede, comparte y viaja con sus compañeros y compañeras. ”Recorrí, aproximadamente, 21 países con la banda”, dice.
Weber aconseja a los jóvenes que peleen por sus sueños. “Se van a encontrar con millones de impedimentos y dificultades pero, si uno es perseverante y decidido, va a llegar al objetivo. El violinista finaliza con una frase alentadora que dice: “Sin lo amargo, lo dulce no es tan dulce”.
Por Ricardo Núñez (19 años)