Las personas chismosas son terroristas y su arma destructiva es la lengua

¿Sabías que la Biblia compara la lengua con un veneno mortal? Seguramente conocés a varios chismosos del barrio que aseguran que sus cuentitos son inofensivos; no obstante, ellos son los villanos que contaminan el entorno con sus murmuraciones.

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¿Habrá algo más molesto que lidiar con gente chismosa? Están en todos nuestros ambientes: trabajo, estudio, barrio, hogar, etc. A veces, incluso se disfrazan como tus amigos más íntimos. Varios metiches pareciera que tienen doctorado con calificación “summa cum laude” en chismes y quieren hacer alarde de sus dotes en toda su comunidad.

“Comadre, ¿te enteraste piko ya con quién sale Teresa? Amombe'úta ndéve sapy'aite”. Generalmente, así empieza el parloteo de ciertas chismosas de nuestro barrio, similar a los bulliciosos loritos.

Desde pequeños, los chismes eran nuestro néctar de la victoria. Cuando te peleabas con tu hermanito y descubrías que cometió una fechoría, la amenaza era “le voy a contar a mamá lo que hiciste”. Con las mismas palabras, tu hermano te advertía y ambos callaban para evitar las represalias. En el cole, confiar tus secretos a tu mejor amigo era la clave de la amistad. La lealtad era la bandera en las relaciones con tus pares y defendían a capa y espada las confidencias del corazón.

En la caótica etapa de la adolescencia, muchos jóvenes toman caminos equivocados y los más oscuros secretos salen a la luz. Embarazos no deseados y el primer contacto con las drogas son experiencias difíciles que varios padres ignoran y los primeros en enterarse son los “amigos”, muy talentosos para propagar noticias, mejor que los más habilidosos periodistas.

Una regla básica en el ejercicio del periodismo es confirmar la fuente de una noticia y verificar su veracidad con la mayor rigurosidad posible. Las personas chismosas ignoran este principio y cuando les preguntan: ¿Quién te dijo eso? La respuesta es “yo nomás escuché por ahí”.

Quizás no todos sean metiches por mala voluntad. Sin embargo, la diferencia entre chisme, murmuración y calumnia es muy diminuta, por lo que resulta fácil cruzar la línea. Con comentarios impertinentes, la reputación de una persona está en juego y los chismosos juegan el papel de inquisidores de la Edad Media.

En nuestra infancia, teníamos el inocente pensamiento de que todos los que nos sonreían eran nuestros amigos. A medida que crecemos, la confianza en los demás se disipa con actitudes y hechos decepcionantes. Cuando abandonamos la cándida etapa de la niñez, el número de confidentes disminuye notoriamente.

¿Sabías que el papa Francisco en una homilía comparó el chisme con el terrorismo? Parece descabellada la idea del Sumo Pontífice, pero su reflexión no está lejos de la realidad al decir que “hacer chisme es terrorismo. El que habla mal del otro va a escondidas, tira la bomba y destruye”.

Por Víctor Martínez (19 años)

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