“Me aplacé ya otra vez” es una frase bastante habitual entre los alumnos del colegio o la facultad. Si pasaste por esto, te sentís frustrado y buscás mil excusas para evadir la situación. Por otro lado, muchos lo toman de manera cómica, afirmando que el profe les odia o que simplemente no se pusieron las pilas.
Es triste afirmar que muchos chicos quizás dieron su mejor esfuerzo, pero las cosas no salieron bien. Después de pasar varias horas estudiando, incluso hasta altas horas de la noche, se decepcionan al ver en su examen una calificación horrible. No falta, además, el profe que dice que todos sus alumnos son flojos, irresponsables y bla bla bla.
Son varios los factores que provocan un rendimiento pésimo en los exámenes: los problemas personales o laborales, el uso excesivo de aparatos tecnológicos, las pocas horas dedicadas al estudio, la falta de entusiasmo y la nula comunicación entre el docente y los alumnos, entre otros.
La profesora Romina Galeano López, quien además de dedicarse a la enseñanza es psicóloga, afirma que los aplazos pueden dejar consecuencias traumáticas en el alumno. “El joven desarrolla cierta ansiedad y miedo. Por ejemplo, si se aplaza en química, la próxima vez que rendirá esa misma materia, presentará una postura temerosa por pensar que su examen tendrá un resultado negativo. El estudiante tiende a extender su fracaso a las otras materias, ya que piensa que si le fue mal en una asignatura, rendirá mal las demás”, afirma la profesional.
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La docente señala que la labor del profesor debe ser motivar a los alumnos y buscar nuevas y atractivas estrategias de enseñanza para evitar los aplazos. “El alumno actualmente ya no aprende como antes, entonces el maestro tiene que estar súper preparado para responder a las exigencias que plantea el alumnado. Estoy convencida de que los estudiantes pueden y tienen talento”, enfatiza.
Así que no te bajonees. En el camino del aprendizaje hay victorias y derrotas, pero solo vos decidís conformarte con la mediocridad o apuntar hacia arriba. Un examen no define tu inteligencia. Explotá ese potencial que hay en vos y, si es necesario, a quemarse las pestañas para que la palabra aplazo no figure en tu agenda.
Por Víctor Martínez (18 años)
