Todos tenemos a ese compañero que brilla por su ausencia en las fiestas, las tardes de fútbol y otras actividades. Estos chicos, sin permiso, siempre andan negando su condición y se excusan diciendo que tienen otras cosas que hacer para no quedar como el aguafiestas que de nuevo no va a ir al compartir porque sus papás no quieren.
Esos conocidos que casi no salen a fiestas u otros lugares suelen ser “amparados” por los que se ingenian para conseguir el “andate entonces” de los padres del chico o chica sin autorización. Son varias las medidas creativas que toman los amigos a la hora de detectar a un “permiso'i” en el grupo.
Decir: “Señora, le vamos a llevar y traer sana y salva a su hija, unas horitas nomás va a ser el festejo, varios adultos irán con nosotros” y el infaltable “se puede ir con su hermano mayor, si quiere” son frases clásicas que los amigos del permiso'i aplican constantemente.
Los padres, normalmente, dan permiso para cualquier cosa si el hermano o hermana mayor es el acompañante o si esa amiga que es la hija de la comadre que tanto aprecia la mamá también va a ir a la fiesta. De lo contrario, no hay cosa que se pueda hacer para sacar a ese amigo que “un ratito” nomás quiere salir.
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Sentarse a ver las noticias es suficiente para que papá y mamá sean firmes y estrictos a la hora de dejar a su hijo salir por ahí. Actualmente, los casos de chicos que mueren en accidentes de tránsito porque el chofer estaba alcoholizado o las situaciones riesgosas que se viven en fiestas o en casas de familia, supuestamente seguras, han aumentado considerablemente. Tal vez, ser muy sobreprotectores no es la opción correcta para cuidar a los seres queridos. Sin embargo, ser estrictos a la hora de saber con qué tipo de personas va a compartir el hijo, asegurarse de que la chica no correrá peligro y ser cautelosos en ciertos aspectos son cosas propias de los padres que solo velan por el bienestar de su familia.
Entonces, los jóvenes podemos decidir entre ser los disgustados que no superan el hecho de no haber ido a tal lugar o, sencillamente, respetar y comprender a quienes nos dieron la vida, nos cuidaron y amaron demasiado como para dejar que corramos peligros que, por cierto, pueden traer daños irreversibles. ¡Vos decidís!
Por Andrea Parra (18 años)