En el Viejo Cairo, los pobladores reconectan con su patrimonio

La mayor parte de sus vidas, los niños del distrito histórico de Al Khalifa, en El Cairo, solo veían los mausoleos, mezquitas y madrasas desde los pesados portones de bronce.

La mayor parte de sus vidas, los niños del distrito histórico de Al Khalifa, en El Cairo, solo veían los mausoleos, mezquitas y madrasas desde los pesados portones de bronce.
La mayor parte de sus vidas, los niños del distrito histórico de Al Khalifa, en El Cairo, solo veían los mausoleos, mezquitas y madrasas desde los pesados portones de bronce.010022+0000 KHALED DESOUKI

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En una de las ciudades islámicas más antiguas del mundo, los vecinos se estaban separando cada vez más de los inmuebles centenarios de su barrio, lo que llevó a la arquitecta y experta en manejo patrimonial May al-Ibrashy a lanzar un programa para “promover un sentido de la propiedad de este patrimonio”.

Convencida de que el sentido de pertenencia es esencial para la protección del patrimonio, su “iniciativa de conservación participativa” incluye llevar a los jóvenes a visitar los espacios.

“La primera vez que abrimos un monumento patrimonial a los niños, estaban eufóricos”, contó Ibrashy.

“Todos los días pasaban frente al sitio histórico pero nunca les permitían ingresar”, explicó.

El Viejo Cairo con talleres para niños y adultos

Desde 2012, la iniciativa Athar Lina, que en árabe significa “El monumento es nuestro”, ha realizado talleres, giras y campamentos de verano en El Cairo.

Tras ganarse lentamente la confianza del barrio con el programa infantil, incluyendo días de juego en la mezquita de Ibn Tulun del siglo IX, Athar Lina expandió los talleres para incluir a adultos.

En uno de los primeros edificios que Athar Lina renovó a solicitud de la comunidad -una mezquita inconclusa que sirve ahora de Centro Comunitario de Al Khalifa-, el ruido de los niños jugando resuena entre las piedras antiguas, mientras sus madres aprenden bordado tradicional.

El Viejo Cairo bajo llave

En las afueras de El Cairo, tumbas antiguas, pirámides y templos se aferran al borde del desierto.

Pero las icónicas cúpulas y minaretes islámicos de la ciudad, Patrimonio Mundial de la Unesco por su “importancia histórica, arqueológica y urbana absolutamente incuestionable”, se encuentran en un laberinto de callejones de barrios obreros.

Desde los años 1980, las autoridades han protegido cada vez más a los monumentos al mantenerlos “bajo llave”, dijo la experta en conservación y herencia cultural Omniya Abdel Barr.

“Esta idea está enraizada en la creencia del siglo XIX de que los egipcios no merecen su patrimonio, de que debes levantar cercas o lo destruirán”, agregó.

Contacto de los niños con el patrimonio

A los expertos les preocupaba que los jóvenes estuvieran creciendo sin tener contacto con su patrimonio.

“Notamos que las generaciones mayores sabían mucho más de los monumentos y tenían una conexión más profunda con ellos porque tenían recuerdos de su infancia que los niños de hoy no tienen”, comentó Ibrashy en la sede de Athar Lina.

Abdel Barr señaló que apoyar proyectos de “patrimonio vivo” ayuda a que la gente “sienta que pertenece a esos espacios”.

“Es una buena estrategia de conservación”, estimó.

Alma comunitaria

Un ejemplo del cambio es la casa Beit Yakan, del siglo XVII, antes conocida como “el vertedero”.

La vieja casa histórica, utilizada como matadero, había sido objeto de una orden de demolición.

Pero Alaa Habashi, un profesor de arquitectura y preservación patrimonial de la Universidad Menoufia de Egipto, la compró en 2009 y pasó una década convirtiéndola en un espacio comunitario.

Ahora, su elegante patio restaurado alberga talleres de artesanía y campañas sobre la conservación del patrimonio.

Solo quedan 24 casas históricas

Estos patios tuvieron “un papel social y económico clave” como centros comunitarios, indicó Habashi, algo que él quiere revivir.

Señaló que había unas 600 casas históricas con patios similares, todos apuntando hacia el noroeste para captar la brisa fresca, pero ahora solo hay 24 protegidos como monumentos históricos.

“Las restantes que siguen en pie, no se sabe en qué condiciones”, señaló. “Cada día derriban una”.

Habashi alertó que esa pérdida de patrimonio sería irreparable.

Casas viejas y parques

“Estos edificios son solo el cuerpo, la comunidad alrededor es el alma”, manifestó.

Los espacios públicos son cada vez más raros en el abarrotado Viejo Cairo, a menudo envuelto en el humo tóxico de los vehículos y el fuerte calor.

“Hay pocos espacios donde la gente se puede encontrar lejos de los apartamentos apiñados y calles congestionadas”, señaló Abdel Barr, quien espera que las casas viejas ayuden a resolver problemas actuales.

“Pueden traer algo de tranquilidad al barrio, me encantaría que estas casas se convirtieran en parques locales, donde las mujeres pudieran llevar a los niños y sentarse en el jardín”.

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