Situada en la península de Samaná, a unas dos horas del aeropuerto de Santo Domingo, Las Terrenas reúne una combinación que empieza a escasear en el Caribe: playas prácticamente vírgenes, vegetación exuberante y, todavía, una escala humana.

Lejos de los grandes complejos hoteleros de otras zonas del país, aquí predominan pequeñas residencias, condominios y villas independientes dispersas a lo largo de playas como Playa Bonita, Las Ballenas, Cosón o Portillo. En estos tramos de costa, las construcciones frente al mar no superan los dos o tres niveles y se integran entre cocoteros, almendros y jardines tropicales.
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El concepto de “lujo descalzo”
El término “barefoot luxury” —lujo descalzo— se consolidó en el sector hotelero para describir experiencias de alto nivel donde el código de vestimenta, la etiqueta y la ostentación ceden paso a la informalidad cuidada. En Las Terrenas, esta idea ha encontrado un terreno fértil.

Las villas frente al mar suelen compartir una estética similar: líneas limpias, techos altos, grandes ventanales abiertos al océano, piscinas infinitas que parecen fundirse con el horizonte y materiales naturales como madera tropical, piedra coralina y fibras vegetales.
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Los precios de las villas frente al mar varían en función de la ubicación exacta, tamaño y nivel de acabados, pero las propiedades de alta gama en primera línea de alguna de las playas más codiciadas pueden situarse fácilmente en el rango alto del mercado dominicano.
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Además de la compra, el alquiler vacacional se ha consolidado como un negocio rentable: las villas completas con servicio de limpieza, chef opcional y conserjería están muy demandadas en temporada alta (de diciembre a abril y durante Semana Santa).
Entre el diseño tropical y la vida cotidiana
Pese a la estética de revista, la vida en estas villas está lejos de ser un decorado vacío. Muchas están concebidas para estancias largas y vida cotidiana: habitaciones amplias pero funcionales, zonas de juegos para niños, pequeños espacios de trabajo con vistas al mar y cocinas equipadas para algo más que un desayuno turístico.

El pueblo de Las Terrenas, con su mezcla de cultura dominicana, francesa e italiana, aporta a este paisaje de lujo descalzo un componente humano que muchos residentes valoran.
Cafés con pan recién horneado, pequeños bistrós frente al mar y colmados de barrio conviven con beach clubs y restaurantes de alta cocina.
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El lujo junto al mar
Mientras otros destinos caribeños coquetean con la saturación, Las Terrenas intenta posicionarse como una alternativa más íntima y auténtica.

A medida que más viajeros y compradores buscan experiencias que combinen bienestar, privacidad y contacto directo con el entorno, este rincón de Samaná se consolida en los mapas del turismo de alto poder adquisitivo.
