El fútbol y los caramelos culturales

Juan Alberto Hermosilla es escritor, compositor y músico, pero será recordado por varias generaciones como el precursor de los famosos "caramelos culturales". ABC Digital lo entrevistó. Pase y deguste.

Cargando...

Los niños de nuestros días jamás sabrían quién es Juan Alberto Hermosilla, y tal vez aún sea un personaje anónimo para millones de paraguayos que se divirtieron por décadas con su dulce adicción.

Don "Chiquitín", como lo conocen sus seres queridos, nació en la pobreza y se crió en ella por mucho tiempo, mudándose de una ciudad a otra detrás de su padre, quien vendía caramelos artesanales en ferias y fiestas patronales.

Pero vamos, acá el tema no son los caramelos, sino su envoltorio, pues como la mayoría sabrá, en los buenos viejos tiempos las envolturas eran lo más preciado, un objeto de deseo y generador de envidias e incluso peleas. Hoy por hoy, sería imposible plantearse un hecho similar.

Los caramelos culturales tienen su historia, que se remonta a finales de la década de 1940 y que terminó un día cualquiera de 1995, cuando don Hermosilla ya no pudo pasar la posta.

Para dar un contexto debemos explicar que, si bien existía una marca de caramelos culturales, también había otras como Punteros, también de Hermosilla, y Deportes, de la familia Schwartzman, pero todos finalmente eran denominados de igual manera como "Kurtú".

No era sencillo coleccionarlas sin que te salgan repetidas, por lo cual el intercambio y las apuestas eran lo cotidiano. Las piezas raras eran apreciadas y los desafíos nunca faltaron.


 

Miguel Ángel Alarcón Romero describe lo que sigue: "Los 'kurtú' se utilizaban para las apuestas en los juegos de bolitas, trompo, toky u ojaveva (raya). Además podían ser lanzadas desde cierta altura y la figurita del jugador que quedaba arriba era la ganadora y el afortunado, o el más diestro al tirar, se llevaba las apuestas de los demás jugadores.

Otra variedad del juego de las firrakas y las figuritas era el soplo, que consistía en encimar las apuestas en una superficie plana (mesa, silla o simplemente el piso) y por turno tratar de voltearlas con la mano abierta. En este juego también era muy importante la pericia del jugador".

Pero bueno, hablemos con alguien que podrá darnos más detalles. Un mano a mano con el señor Hermosilla.

"Hay una historia bien interesante en la producción de los caramelos culturales y los caramelos con premios. Yo soy caramelero de nacimiento, mi viejo aprendió de los bolivianos luego de la Guerra del Chaco, ahí comenzamos con los caramelos chupetines; yo era chiquitito y recorríamos las fiestas patronales. Yo nací en 1929; en el ‘38 recorrimos el país con los chupetines caseros", recuerda.

En los albores de la industria caramelera, a veces uno debía improvisar, y esto destaca don Chiquitín y de paso nos cuenta la fórmula de sus caramelos.

"Mi tío materno y mi padre comenzaron la producción de caramelos allá en Yuty, donde yo nací. Yo era mita’i cuando hacíamos los caramelos totalmente artesanales, en las afueras nomás, teníamos nuestra fórmula con la que castigábamos como se dice, poníamos los productos químicos para cristalizar el azúcar, hervíamos, pero a veces nos faltaban los químicos que eran ácido cítrico, tártaro, entones suplantábamos con el limón directo, bien sopesado, naranja hai, apepù, limón sutil nunca faltaban (risas). (…) Todos los carameleros usaban la misma fórmula", detalla.

Las dificultades moldean al hombre, reza alguna frase, y esto precisamente fue lo que forzó a don Chiquitín a afrontar los problemas con mucha creatividad y dedicación. 

"Como dice el cómico Olmedo, éramos tan pobres, pero eso me enseñó mucho, la pobreza me enseñó mucho, el trabajo, la dignidad, no hay pobres indignos, solo empobrecidos, así también hay ricos indignos. Nos mudamos a varias ciudades, fui a Iturbe, Encarnación, luego vine a Asunción a estudiar en la escuela de Comercio y terminé en Luque", asevera.

CÓMO COMENZARON LOS CARAMELOS CULTURALES

"Yo a los 14 años salí de mi casa, viví en Luque mucho tiempo, le llamo la ciudad mis amores, ahí comencé a hacer caramelos. Recuerdo que me llamó el señor Antonio Croux, de la confitería Croux, él es el cerebro de los caramelos culturales, con él producíamos los caramelos; luego, cinco años después se mandó mudar y un buen día llegó a mi casa y me dijo: 'usted siempre estuvo conmigo, siempre estuvo en esto', me trajo las etiquetas y las maquinitas. Ese año vencía el registro y yo luego registré a mi nombre. Estamos hablando después de la Revolución del ’47, la contienda fratricida entre hermanos, tal vez fue en el ’49, ahí comenzó la gran producción de los culturales", indica.

Un dato importante es que los caramelos culturales tenían ese objetivo: difundir cultura (hacer dinero también). Los primeros envoltorios eran postales del Paraguay. Otro producto de Hermosilla eran los caramelos Punteros, que efectivamente tenían las imágenes de los futbolistas, con sus respectivos escudos y colores.

"Los culturales consistían primero en figuritas, paisajes, puentes de Pirapó, del Tebicuary, ferrocarril, tajy en flor, el nombre lo decía, como postales, a cuatro colores, cuatro tintas. Los Ravetti cuando eso trabajaban conmigo (…) Salí yo con los caralemos punteros y los culturales, que eran diferentes a los caramelos Deportes que hacían la familia Schwartzman, pero nosotros salimos en colores. Con el tiempo, le puse productos culturales a los punteros también; más adelante producimos caramelos Platita, también le puse el número de teléfono", destacó.

 

NDR: Muchas gracias a la gente que me ayudó a encontrar al señor Hermosilla, sin dudas una figura importantísima para todos aquellos que fuimos niños y pasamos horasjugando a la balita kurtú o el trompo kurtú. Emociones impagables. Gracias, don Chiquitín.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...