El realismo y el naturalismo literarios

Capacidad: Identifica las características del realismo y del naturalismo.

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En la segunda mitad del siglo XIX, nacen en Europa dos movimientos literarios conocidos como realismo y naturalismo. Es la consolidación de la burguesía lo que permite el surgimiento de ambos y los escritores adoptan diferentes posturas frente a esta realidad; algunos la aceptan, algunos la critican y otros evocan tiempos pasados.


Definición de realismo y naturalismo
“El realismo es un movimiento literario que presenta la reproducción exacta, completa, sincera, del ambiente social y de la época. Esta reproducción debe ser lo más sencilla posible para que todos la comprendan”. Esta es la definición que aparece en 1856 en la revista Realisme de Francia.

El naturalismo comenzó utilizándose como sinónimo de realismo. Escuela realista y escuela natural o naturalista sirvieron indistintamente para designar las mismas tendencias. Más tarde, su sentido se restringió para referirse a una corriente iniciada por el novelista francés Émile Zola, quien la definió como: “El naturalismo pretende ser una concepción del hombre y un método para estudiar y transcribir su comportamiento y no sólo una tendencia literaria, con sus preferencias temáticas, técnicas y estilísticas”.








Epígrafe: La consolidación del poder de la burguesía, la industrialización creciente y el desarrollo pujante de los medios de transportes son reflejados en las obras realistas y naturalistas.


Características del realismo
La oposición al romanticismo: Alrededor de 1850 surge en Francia una serie de escritores y críticos que presentan al realismo como una nueva estética, alejada u opuesta a la romántica.
La reproducción exacta de la realidad. Los escritores toman como modelo los métodos de observación de las ciencias experimentales. Los ejemplos tenemos en varios autores: Balzac se proponía estudiar la sociedad como el científico estudia la naturaleza. Flaubert consultó tratados médicos para describir la muerte por envenenamiento de Madame Bovary.
La fidelidad descriptiva del ambiente y de la psicología. Los novelistas se documentan sobre el terreno antes de escribir, tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente, la gente, la indumentaria, etc. Buscan en los libros los datos necesarios para conseguir la exactitud ambiental o psicológica.

La pintura de ambientes y de costumbres. Este afán lleva a los escritores a trazar amplios frescos de la sociedad contemporánea. Se recoge una gran diversidad de ambientes: urbanos, regionales, locales.
La pintura de caracteres. En esta época surge la gran novela psicológica, en la que se analizan con minucia los temperamentos y las motivaciones de los personajes. La atención al detalle lleva a la captación de los rasgos particulares de cada tipo: cualidades o defectos, manías y hasta deformidades.
La intención social. La novela tiene como objetivo contribuir a la reforma de la sociedad. Los aspectos temáticos y técnicos tienen siempre una intención social. Se descubren lacras de la sociedad con una actitud crítica: de la sociedad burguesa, de enfoque tradicionalista en Balzac, de enfoque liberal en Stendhal, etc.
La actitud narrativa. El propósito de exactitud en el reflejo de los hechos va unido a un ideal de objetividad: el autor adopta preferentemente una actitud de cronista. Pero este ideal no siempre se cumple: la posición que el novelista adopta ante los problemas le lleva a estar presente, a veces, con sus juicios y observaciones personales.

El estilo sobrio. El realismo propone una progresiva eliminación de la retórica grandilocuente de los románticos. Se prefiere una prosa cuidada, pero no rebuscada y se pone el mayor empeño en adaptar el lenguaje a la índole de los personajes.

Autores:
Gustave Flaubert: Salambó, La tentación de San Antonio y Madame Bovary.

Guy de Maupassant: Bola de sebo, Mademoiselle Fifi, La Parure y Una vida.

Antón Chéjov: La gaviota, El tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos
Benito Pérez Galdós: La desheredada.

Leopoldo Alas “Clarín”: La regenta.

Emilia Pardo Bazán: Los pazos de Ulloa y El cisne de Vilamorta.

Otros: George Eliot, Benito Pérez Galdós, Federico Gamboa y Eduardo Acevedo.


Características del naturalismo
El materialismo. El hombre no pasa de ser un organismo. Las leyes que rigen su organismo deben explicar las reacciones anímicas.

El determinismo. El hombre no es libre, porque actúa impulsado ciegamente, sea por el peso de la herencia biológica, sea por las presiones del medio social en que vive.

La herencia biológica le marca al individuo su destino, determina la línea de un comportamiento que él cree libre.

Las circunstancias sociales constituyen un marco férreo que restringe las opciones del hombre para orientar su vida.

La influencia de la ciencia experimental. Al igual que el médico contrasta su hipótesis con el historial de sus pacientes, el novelista debe experimentar con sus personajes, colocándolos en determinadas situaciones y comprobando cómo sus actos se explican por la influencia de la herencia y de las circunstancias.
La temática. La temática dominante y los ambientes que abordan las novelas naturalistas incluyen: tarados, alcohólicos, psicópatas, seres que obedecen sin saberlo a sus impulsos hereditarios. Pueden pertenecer a la aristocracia, a la burguesía o a las clases inferiores, y tales diferencias muestran cómo la posición social matiza o agrava las tendencias naturales.

Adopta la misma técnica que el realismo. Los naturalistas pretenden dar la máxima precisión a la reproducción del lenguaje hablado.

Autores:
Émile Zola: La novela experimental.

Armando Palacio Valdés: El señorito Octavio.

Eugenio Cambaceres: Sin rumbo y En la sangre.

Clorinda Matto de Turner: Aves sin nido.

Baldomero Lillo: Sub-Terra y Sub-Sole.
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