Dunkerque: magistral relato de una retirada

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He crecido con las historias de la Segunda Guerra Mundial. En los setenta, el eco del conflicto resonaba en todas partes: En la TV (quien no recuerda las series “Combate”, “Los gorilas de Garrison” o las películas que se hicieron décadas antes como “El día más largo” o “Arde París”?), en el cine y también en las historietas.

De esos años, me llega el recuerdo de Dunkerque, que no sonaba tanto como las victorias de Normandía, Iwo Jima, El Alamein y compañía. Dunkerque era la historia de una retirada. 400.000 soldados esperando ser rescatados de este pueblito francés, mientras el ejército alemán avanzaba por todos los lados posibles. Era 1940. La guerra recién comenzaba. Francia estaba completamente tomada por los nazis. Las tropas británicas, francesas y belgas debían replegarse hasta Inglaterra. Recién volverían en junio de 1944, en el Día D.

El gran Christopher Nolan, quien nos ha fascinado con “Memento” (2000) y no dejó de sorprendernos con cada película, una vez más muestra sus dotes de narrador con “Dunkerque”, obra diferente en su filmografía, por la temática, pero no en su manera de contarnos la historia. El filme está dividido en tres narraciones, tierra, mar y aire. En tierra están los soldados que esperan ser rescatados. En el mar, los barcos civiles que acudieron a la convocatoria de Winston Churchill para el rescate de las tropas, y en aire, los aviones que protegían a las tropas y barcos. Los alemanes casi no aparecen, pero sí están muy presentes. Esta no es una clásica película de guerra. No encontrará la sangre y la contundencia de “Rescatando al soldado Ryan” o la reciente “Hasta el último hombre”. Pero sí el terror. Nolan maneja muy bien la tensión del relato. El enemigo casi no aparece, pero sí está muy presente. Lo vemos a través de la desesperación de los soldados, totalmente desamparados en las playas desiertas.

Las historias llegan a entrecruzarse, y no hay problema en que vuelvan a repetirse situaciones pero desde otro punto de vista. El filme es bastante coral, pero se destacan algunas actuaciones. Mark Rylance, el prisionero de “Puente de espías”, comanda un bote con dos jovencitos. El sorprendente Harry Styles, de One Direction, es uno de los soldados varados en la playa. Tom Hardy, quien ya había trabajado con Nolan en el final de la trilogía de Batman, es un valiente piloto, y Kenneth Branagh, como el comandante, que tiene el discursito inevitable hacia el final, pero una presencia magistral en la pantalla.

La música, y el sonido, son muy importantes también en este filme realizado en 70 mm, como aquellas películas clásicas, y que prácticamente fue rodada casi al natural, con barcos y aviones reales.

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El compositor Hans Zimmer ha escrito una obra envolvente y que complementa muy bien a “Dunquerke”, que hay que verla en el cine, en la pantalla más grande posible. No busque descargas truchas. No es un Transformer cualquiera. Es un filme para disfrutarlo.

sferreira@abc.com.py