El número de la fecha está dedicado nuevamente a la Guerra de la Triple Alianza, con las batallas libradas en suelo paraguayo.
Encerrados: los aliados rodean a López y a su ejército se denomina este número que presenta, entre otros temas, el sitio de Humaitá.
“Su nombre refiere distintas interpretaciones del guaraní. Algunos dicen que se origina en ‘hûma ita’ (ya está negra la piedra), aunque en documentos de la colonia se leen informes que la nombran “oúma ita” (que vienen en conjunto), seguramente debido a los reiterados malones indígenas que asolaban la región. Algunos cronistas más actuales le llamaron la ‘Sebastopol paraguaya’, en recuerdo de la ciudad de Ucrania en la antigua Unión Soviética; un puerto sobre el Mar Negro, que soportó dos asedios importantes, cayendo en ambas ocasiones tras prolongada defensa entre 1854 y 1855, durante la guerra de Crimea, y durante la segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1945”, dice Jorge Rubiani, uno de los responsables de esta colección.
“La fortaleza de Humaitá era el orgullo del mariscal Francisco Solano López, como también lo había sido de su padre. Contaba con trincheras, casamatas, corredores subterráneos, depósitos de municiones, almacenes de provisiones y una poderosa artillería para la defensa de todo el enclave y sus alrededores. Además de poderosas cadenas de hierro que cerraban el río en tres partes distintas”.
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“En Humaitá se había previsto además el alojamiento para oficiales y el numeroso contingente de tropa siendo la fortaleza el centro de un sistema de defensas llamado ‘El Cuadrilátero’, cuyos contornos aún se perciben hoy entre los matorrales, las aguadas y los corrales de los esteros del Ñeembucú”, manifiesta el arquitecto Jorge Rubiani.