Tras la proyección de un corto documental donde exintegrantes, actuales miembros, directores y coordinadores, resaltaban las bondades de este proyecto que nació 15 años atrás de la mano del doctor Gustavo Díaz Gill, el concierto se inició con la Sonata Nº 1 en Do Mayor, de Rossini.
Gilardi, quien dirigió a la orquesta en esta primera parte, contó que el programa del recital sería como un resumen de lo que es el proyecto: el abordaje de obras de diferentes estilos y periodos. Además, subrayó la dificultad extrema de la obra de Rossini, poniendo en resalto que siempre desafían las habilidades de los jóvenes. Ellos cumplieron este reto con altura.
En esta parte, siguieron con el Concierto para Violín en Re Mayor K 218, de Mozart. Hicieron el “allegro” de esta obra y fue solista de violín Alejandra Cabañas, exintegrante de la orquesta (inició a sus 12 años), quien actualmente está estudiando en Valencia. La joven ofreció una sólida y emotiva interpretación en cuanto a técnica y dominio escénico.
“Una de las metas del CCPA es el encuentro de las dos culturas: paraguaya y norteamericana”, explicó más tarde Gilardi para introducir la siguiente parte, que empezó con “Quiet city”, de Aaron Copland. Aquí actuaron como solistas Graziani en el corno inglés, y Esteban Duarte en la trompeta. Siguieron con “Jazz pizzicato”, “Vals del gato” y “El reloj sincopado”, de Leroy Anderson. Las dos últimas ya bajo la dirección de Graziani.
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Hacia la recta final llegaron las obras paraguayas: “Jeroky popo”, de Herminio Giménez; “Soy de la Chacarita”, de Maneco Galeano”, y “Galopera”, de Mauricio Cardozo Ocampo. Graziani llamó de nuevo a Gilardi para que dirija la última obra, contando así la conexión entre el director y Cardozo Ocampo, pues el músico y compositor tomó clases con su padre Gilardo Gilardi.
El público, que aplaudió y celebró enérgicamente cada interpretación de la agrupación, reclamó un bis que se cumplió con “Ne porã che Paraguay”, de Carlos Sosa.