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En una ceremonia en Campinas, al interior de São Paulo, el presidente Michel Temer y el ministro de Ciencia y Tecnología, Gilberto Kassab, inauguraron la monumental edificación, cuyas medidas se comparan a las de un estadio de fútbol, por lo que coincidieron al decir que se trata del “Maracaná de la Ciencia” de Brasil.
“Brasil pasa a integrar el selecto club de países que disponen de un acelerador de electrones de cuarta generación”, subrayó Temer.
De la mano de Sirius, un complejo de 68.000 metros cuadrados y cuyo presupuesto total es de unos 482 millones de dólares, Brasil se convertirá en el segundo país en contar con un acelerador de partículas de ese tipo en funcionamiento en el mundo, al lado de Suecia.
El proyecto Sirius será compuesto por tres aceleradores de electrones de cuarta generación, que generan una luz de altísimo brillo –conocida como sincrotrón– y que es capaz de revelar las estructuras de materiales como proteínas, virus, rocas, plantas y ligas metálicas, en acciones similares a las radiaciones de rayos X, pero en altísima resolución.
Iniciado en 2012 y tras cuatro años de obras civiles, el Sirius deberá ser concluido en el segundo semestre del año que viene, cuando empezará sus actividades como “laboratorio abierto” con 13 estaciones de investigación, cifra que podría ampliarse hasta los 38 terminales experimentales en los próximos años.