IPS es de todos, pero no lo parece
Aún no salgo de la sorpresa que me causó el enterarme, al leer el artículo publicado en su edición de fecha 26 del corriente mes y año, que el IPS suscribió un contrato de alquiler con una firma privada por medio del cual, nada más y nada menos que por un plazo de 30 años, da en alquiler el inmueble de su propiedad ubicado en San Martín y Sucre de nuestra Capital.
Como aportante del IPS tengo derecho a opinar en forma objetiva al respecto. Tal vez no sea un mal negocio para el IPS el alquiler del predio, aunque considero que un plazo tan prolongado de locación hace que el alquiler se confunda con una venta. Considero que las autoridades del IPS deberían consultar con los asegurados antes de disponer de esta manera con sus bienes, ya que los aportantes son los verdaderos propietarios y cuando digo aportantes me refiero a los trabajadores y también a las patronales que aportan el 16,5 por ciento de los salarios que pagan y, por ende, también tienen derecho a ser escuchados.
Las autoridades del IPS nos son impuestas, ya que no son electas ni están nombradas por los asegurados y, por lo tanto, ninguno de nosotros que formamos parte de esta gran familia, que mes a mes ponemos nuestro dinero bajo su administración, nos sentimos representados por dichas autoridades que en la mayoría de los casos ni siquiera sabemos quiénes son. Distinto sería si las mismas fueran puestas en el cargo por votación de los aportantes tal cual ocurre con las cooperativas y entonces sí se podría decir que nos representan y que nos merecemos las autoridades que elegimos. Reitero lo antes dicho, no conozco el contrato de locación, no sé si es favorable o no, pero sí cuestiono el plazo del mismo y la total falta de participación de los verdaderos propietarios, o de sus representantes, del inmueble alquilado que somos nosotros los aportantes.
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Fernando Hellmers
Ocupación de opereta
El Gobierno venezolano intervino militarmente la fábrica local de papel higiénico, colocándola bajo custodia de la Policía Militar. Uno se imagina a los pobres empleados, manos en la nuca, acorralados por hombres armados, altamente entrenados para la guerra, con uniformes de camuflaje y sofisticadas ametralladoras.
Lo peor es que ni siquiera podrían utilizar los productos que ellos mismos fabrican que, dada la circunstancia, es muy probable que se volvieran un producto de primera necesidad, considerando que pocos esfínteres podrían resistir tanto pavor ante la mirada amenazante no solo del soldado, sino, de la mirilla del arma que suele causar el aflojamiento de todos los músculos, incluido el que detiene la expulsión intempestiva de aquello que retenemos generalmente por educación.
Suponemos que la prioridad para cualquier gobierno es precautelar la correcta distribución a la población de artículos que satisfacen la necesidad de alimentarse. Pero no, ese gobierno comienza por el final. Ni siquiera por lo que queda luego de la digestión de los alimentos, sino por lo que sirve para devolver al individuo la posibilidad de vestirse sin culpa, ya que no tiene que preocuparse del estado en que quedarían sus ropas íntimas si no utilizara los suaves y deslizantes adminículos de origen vegetal, perfumados o no.
Pareciera que esta nueva chanza bolivariana es otro capítulo de la opereta que se inicia con el primero que nos habla del pajarito que encarna al mismísimo sucesor de Simón Bolívar. Le siguió la suite que el actual Mandatario instaló al lado mismo de la tumba de su progenitor político, en pleno sarcófago presidencial. Sin contar con las conversaciones que dice haber efectuado el actual líder bolivariano con el espíritu de su mentor y maestro. Ni hablar de la cita bíblica de la multiplicación de los penes (híbrido de peces y panes). Todo lo cual nos induce a pensar que para estos sofistas último modelo, la opinión pública mundial se ha convertido en un gigantesco auditorio de estúpidos infradotados. O bien, el mundo carece de sentido del humor. Es que no es posible pensar que algo de serio tienen aquellos que generan noticias como la que nos ocupa.
La falta de papel higiénico no es sino la punta del ovillo que evidencia a qué nos desbarrancan los inventos mesiánicos como solución de problemas reales de la gente. Robin Hood solo fue una leyenda medieval del folclore inglés que exalta a un forajido, y aunque de gran corazón, era un marginal que robaba a los ricos para darse a los pobres. El hombre tenía un proyecto de distribución, solo que no era sostenible, como diríamos hoy.
Dando el beneficio de la duda a las decisiones presidenciales de la república bolivariana, pensemos que lo que el Mandatario quiere, tal vez, es desmentir por vías indirectas de que en su país faltan alimentos, porque si nadie comiera, como dicen sus detractores, no se requerirían los productos cuyas fábricas están siendo copadas por el Ejército.
Óscar A. Martínez Pérez
