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Preguntado qué cosas son las que se han precipitado, Acosta señaló que, por ejemplo, en el Brasil hay una gran presión de las distribuidoras que venden energía a los consumidores finales, que tienen proyectadas sus demandas y necesidades para los próximos tres años, antes, al menos, y ya quieren saber cuál será la disponibilidad y el precio de la energía. “Entonces, consecuentemente, hay una presión para que esto se defina entre el 2020 y 2021”, advirtió.
Siguió diciendo que, por otro lado, la deuda de Itaipú prevé fuertes amortizaciones a partir del 2021, cuando ya comenzaría a caer bastante, y que si todo sigue como hasta ahora, el costo financiero naturalmente tendría que caer también, lo que ya va a empezar desde el año próximo. “Todo esto nos empuja a tratar de llegar a un acuerdo para tener una idea de qué va a pasar en el 2023; y la posición de Brasil es muy clara y sencilla. Lo repitió el nuevo director general (Joaquim Silva e Luna), considerando que a partir de ese año el costo de la energía caerá cuanto menos 65%”, expresó.
Planteamientos
Requerido sobre qué planteamientos Paraguay debería preparar, Acosta respondió: “Primer paso, tratar de llegar a un consenso general, porque la negociación más difícil será la interna, y si nosotros no nos ponemos de acuerdo, no vamos a poder presentar una buena defensa”.
En cuanto a la “libre disponibilidad” de la energía que nos pertenece por Tratado, dijo que es una de las cosas que hay que ver cómo proponer, porque si uno quiere tener esa libre disponibilidad, tiene que comprar la energía, y en el corto plazo no es una propuesta realista.