Desde hace décadas, Asunción sufre el castigo de los “cuidacoches”, unos avivados que se apropian de una parte de la calzada para arrancar dinero a los conductores que estacionan sus vehículos bajo la implícita amenaza de que sufrirían algún disgusto si el reclamo no fuera satisfecho. Como se trata de un buen “negocio”, sus gestores se han multiplicado en todo el país, hasta el punto de que existe toda una Asociación de Cuidacoches del Paraguay, que aglutinaría a unos 1.200 integrantes.
En 2015, la Municipalidad capitalina pretendió de hecho erradicar el chantaje cotidiano, concesionando un estacionamiento tarifado, que no llegó a implementarse por desacuerdos con el consorcio Parxin, que llegaron a un Tribunal Arbitral, con un resultado favorable a este grupo de firmas, en 2020. En consecuencia, la administración del intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista) revivió la iniciativa, como “una ordenación o un ordenamiento de lo que hoy tenemos” y no con el fin de recaudar fondos, según su jefe de Gabinete, Federico Mora. “Tenemos una situación de calle tomada de manera informal por cuidacoches; si no la tuviésemos, posiblemente no se tendría necesidad de este sistema”, expresó. Y bien, el estacionamiento tarifado regiría desde marzo, pero ocurre que aún hay cabos sueltos, tanto con respecto a los “cuidacoches” –hoy también llamados “facilitadores”– como a las prestaciones y a los precios.
La primera cuestión es de cierta relevancia “social”, pues los interesados están anunciando medidas de protesta si no fueran contratados o no lo fueran en número suficiente. En cuanto a la primera cuestión, increíblemente la adenda al contrato obliga al consorcio a “efectuar la incorporación de los cuidacoches al trabajo formal en la empresa”, para lo cual la Municipalidad debe entregar los datos del censo realizado. Resulta que, en un primer foco de potencial conflicto, en octubre fueron censados 260, pero el gremio alega que sus miembros son unos 930, de modo que se hará un nuevo conteo. Pero hay más: los “cuidacoches” exigen ganar un sueldo mínimo –se estima que su ingreso actual ronda los 2.100.000 guaraníes mensuales– y contar con un seguro social, esto es, se niegan a ser simples jornaleros, así que aquí se abre un nuevo frente de negociaciones.
Lo finalmente acordado incidiría en el monto de la tarifa del estacionamiento, ya que los gastos del consorcio dependerán también de la cantidad de contratados y de su régimen laboral. Es cierto que la Municipalidad estará excluida de “la relación de servicio entre las partes”, pero también que ella terminará incidiendo en el bolsillo de los conductores. De hecho, el intendente propuso a la Junta Municipal, que aún no se ha expedido, aumentar el costo para los automovilistas de 3.500 guaraníes por hora, previstos inicialmente, a 4.500, así como incluir a los motociclistas, antes exentos, cobrándoles 2.200 guaraníes por hora. Sin duda, el afán recaudatorio de la Comuna es acuciante. Los ediles también deben resolver que los alrededores del Palacete Municipal no sean tarifados, a pedido de los casi nueve mil privilegiados funcionarios, contratados y jornaleros, que así podrían aparcar gratuitamente cerca de su lugar de “trabajo”, mientras que los contribuyentes que les pagan su salario sí estarán obligados a abonar la tarifa. Una aberración. Sería un trato privilegiado, opuesto a la igualdad consagrada en la Constitución Nacional.
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Sin duda alguna, el contrato firmado entre la Municipalidad y la empresa contratista que obliga a esta a incorporar a los cuidacoches, se está constituyendo en una gran fuente de conflicto, considerando sobre todo las amenazas que ya están profiriendo estos últimos. ¿Qué ocurriría si Parxin solo tiene lugar para 200, 300 o 400 cuidacoches, del millar que dicen existir? De hecho, el presidente del gremio, Vicente Gómez, ya viene amenazando de que van a “hacer algo”, tales como manifestaciones o cierres de calles. Y lanza la sombría amenaza de que quienes no son contratados y sus familias no van a tener qué comer, y que se verán obligados a “salir a robar” o a hacer otras cosas malas. Gómez reclama la atención del intendente Nenecho, que les habría solicitado su voto para la reelección, pero que ahora, según dice, ni siquiera los quiere recibir.
Se avizoran días álgidos, tras los cuales probablemente los acuerdos a que se arriben serán nuevamente a expensas de los contribuyentes. Lo que se tiene hasta ahora parece signada por la improvisación, tal como cabía esperar de una administración tan chapucera como la que sufre Asunción. Mal podría afirmarse, pues, que Nenecho está decepcionando a sus pobladores. Tal como están las cosas, que solo pueden empeorar, el común de los mortales llegaría a gastar por el estacionamiento la respetable suma de 700.000 guaraníes mensuales. Se diría así que intentar librarse de los “cuidacoches” constituirá un duro golpe a sus bolsillos.