El derroche en las entidades públicas es tan nocivo como la corrupción pura y dura. Siendo los recursos limitados, incurrir en gastos superfluos mientras los servicios básicos sufren gravísimas carencias, implica una necedad imperdonable, muchas veces acompañada por sobrecostos delictivos. No lo creyó así el pésimo Consejo de Administración del Instituto de Previsión Social (IPS) presidido por Vicente Bataglia, al llamar a última hora a una licitación pública –hoy en curso bajo la presidencia de Jorge Brítez– para la compra de aparatos diversos por un valor de nada menos que 3.321 millones de guaraníes. Entre otras cosas, faltan medicamentos, camas, insumos y médicos especialistas, pero los aportes obrero-patronales servirán para adquirir, aunque cueste creerlo, 47 refrigeradoras-exhibidoras, 330 televisores y 74 equipos de “audio speaker” con luces frontales, control remoto y conector para micrófono y guitarra (!).
Esta convocatoria de última hora es un verdadero insulto a los pacientes y familiares maltratados, cuyas prioridades nada tienen que ver con tan costosa ocurrencia que, por lo demás, podría con-
llevar corruptelas. En efecto, según publicaciones, el IPS está dispuesto a pagar por cada uno de los aparatos sumas mucho más elevadas que los precios del mercado, salvo en el caso de las refrigeradoras-exhibidoras. En otros términos, los contratos podrían ser adjudicados contra el principio de economía y eficiencia, que obliga a atender las necesidades con austeridad, racionalidad y disciplina presupuestaria, nada de lo cual existe aquí. Precisamente, en una presentación esta semana, el presidente Santiago Peña dijo: “Una sala de terapia intensiva puede salvar vidas, pero también puede ser el negociado de un mal Gobierno y la causa de desatención de las necesidades de la gente por el mal uso de recursos”. Es de desear que aplique estas palabras durante su administración.
Llama la atención que ciertas exigencias sean muy detalladas; por ejemplo, las 68 cocinas a gas deben ser blancas, tener una capacidad de 46 litros y medir 49 cm de ancho y 88 de alto, como máximo; ocurre que las especificaciones técnicas deben fijarse con amplitud, según la índole del contrato, para que haya el mayor número de oferentes y no se sospeche que la licitación pública está direccionada, una práctica al parecer bastante usual en la entidad en cuestión. La senatorial Comisión de Cuentas y Control de la Administración Financiera del Estado pedirá al IPS que informe sobre la necesidad de las adquisiciones previstas; su presidente Dionisio Amarilla (PLRA) –amigo de Óscar Chamorro Lafarja, viejo proveedor de la casa– cree que “pareciera que no” existe tal menester y que el actual presidente del Consejo de Administración de la entidad tomará “muy en serio las denuncias”. En verdad, es muy deseable que ello ocurra, aunque los miembros de este órgano continúen siendo los mismos que aprobaron el insensato llamado: Ricardo Oviedo, Ludia Silvera, Miguel Ángel Doldán, Gustavo Arias y Roberto Brítez.
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Parece tan evidente el despilfarro, con eventuales sobrecostos, que esta absurda licitación pública debe ser cancelada antes de la firma del contrato para no provocar un daño considerable a la entidad convocante y por extensión a los asegurados.
Este irracional legado de Vicente Bataglia y de sus irresponsables consejeros merece el más claro repudio de quienes conozcan las agudas privaciones de los pacientes del IPS. Lo que se ha perpetrado allí tiene que ofender sus respectivas conciencias. Faltan muchas cosas para brindar una buena atención médica, pero se pretende gastar un dineral en la compra de aparatos que están lejos de ser indispensables.
Implica un grosero malgasto desviar fondos que deberían emplearse para atender correctamente la salud de los asegurados y no, por ejemplo, para obtener equipos que parecen propios de un karaoke, mientras se acumula una deuda de 257,7 millones de dólares con empresas farmacéuticas. Según tomó estado público, en julio del año pasado, un paciente murió de hambre, atado a una cama del Hospital Central, mientras pedía auxilio a gritos. Muchos otros perderán la vida por falta de atención adecuada y de recursos materiales indispensables, si en el IPS persiste el desgobierno de siempre. Por de pronto y como su primera iniciativa importante, el nuevo jefe del IPS tendría que impulsar la cancelación del tremendo despropósito en marcha, que no haría más que agravar la crítica situación sanitaria y financiera reinante. Si así lo hiciera, daría un inicio promisorio a su gestión.