A 21 años de la broma que provocó la peor tragedia aérea del Paraguay

Un día como hoy, hace ya 21 años, lo que comenzó como una simple broma desencadenó la peor tragedia en la historia aeronáutica del Paraguay. Esta es la historia del avión carguero colombiano, con cuatro tripulantes a bordo, que solo seis segundos después de despegar del aeropuerto Silvio Pettirossi cayó en un barrio de Mariano Roque Alonso, provocando así devastación y muertes, las cuales hasta ahora no se olvidan.

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Era un domingo radiante, con un cielo hermoso, pero de mucho calor, recuerda don Antoliano Rejala, quien a sus 72 años sigue viviendo en la misma casa que tuvo que reconstruir luego de que fuera arrasada por un avión carguero DC-8, de la compañía colombiana Líneas Aérea del Caribe (LAC).

La enorme nave, con cuatro tripulantes a bordo y casi vacía, despegó en horas de la siesta del aeropuerto internacional Silvio Pettirossi de Luque. Casi inmediatamente después se desplomó sobre un sector del barrio Monseñor Bogarín de Mariano Roque Alonso, a solo 1.500 metros de la cabecera de la pista del aeropuerto.

“Yo estaba trabajando en la terminación de mi casa. De hecho, me tenía que mudar el siguiente fin de semana con toda mi familia. Pero justo ese día decidimos trabajar hasta el mediodía e ir a almorzar al barrio Santísima Trinidad de Asunción. Ni bien llegué allá, ya me llamaron para que prendiera la televisión, y vi que un avión se había caído sobre mi casa y que destruyó todo el barrio”, relató don Rejala.

El avión arrasó con al menos cinco casas, y el impacto principal se produjo justo en una canchita donde decenas de niños jugaban a la pelota, en lo que hoy día es el callejón Sargento Vera casi calle Capitán Aveiro, a seis cuadras de la Ruta Transchaco, 800 metros antes de alcanzar la rotonda del desvío al Puente Remanso.

En total, hubo 22 muertos, que fueron los cuatro tripulantes colombianos del avión, más 18 vecinos, de los cuales 13 eran niños.

La familia Gracia perdió a 11 integrantes, ya que ese día había un encuentro con parientes que habían llegado de visita.

Los sobrevivientes vendieron la propiedad y se marcharon del barrio, debido al dolor inmenso que tenían que soportar todos los días.

Otros fallecidos fueron el joven Édgar Franco, de 24 años; su esposa, Perla Jara, de 23 años; y el pequeño hijo de ambos, Pablito Adrián, de apenas tres meses. En la casa donde vivía el joven matrimonio con su bebé existe un oratorio erigido en homenaje a todas las víctimas y donde hoy habrá un oficio religioso de recordación.

“Esa mañana, mi vecino Édgar Franco me estaba ayudando a cortar unos caños en mi casa, y momentos después vine a encontrarlo muerto, con su esposa y su bebé. Fue terrible”, recordó don Antoliano Rejala.

La casa en construcción de la familia Rejala, que fue impactada por el carguero colombiano, también fue rapiñada por los curiosos sin escrúpulos, que pese a que estaban recorriendo literalmente entre cadáveres también se hacían con cualquier objeto que no quedó destruido.

“Hasta un inodoro que todavía no había colocado me robaron”, rememoró Antoliano Rejala.

Favorecida por el destino

Otra familia favorecida con los designios del destino fue la de Pascual Fernández, cuya casa estaba asentada en el centro mismo del lugar del impacto.

Su vecino Rejala mencionó que, usualmente, solían compartir entre todos los fines de semana, pero que ese domingo Fernández sacó a su familia y fueron a pasar el día en una piscina, con lo cual se salvaron de morir en el dantesco accidente aéreo.

Motivo del accidente y abogados sin escrúpulos

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