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La mujer fue arrestada ayer de mañana frente a su casa ubicada en 20ª Proyectada y Morelos, en una operación de efectivos de Robos y Hurtos del departamento Investigación de Delitos de la Policía.
La mujer fue detenida en virtud de un oficio judicial firmado por el juez Hugo Sosa Pasmor, quien dispuso que fuera remitida a la comisaría 17ª de Mujeres por cinco días y después a la cárcel del Buen Pastor.
Es con relación a una causa que se abrió el 4 de noviembre del año pasado, cuando Lourdes Figueredo de Guapi fue capturada por agentes de la comisaría 9ª metropolitana, en una persecución que se inició después de un atraco a una camioneta estacionada cerca del colegio Internacional, en el barrio Las Mercedes de la capital.
La mujer estaba al mando de una camioneta Hyundai Tucson en compañía de su cómplice, el chacariteño Renato Mario Aranda Duarte (24), quien está encerrado en Tacumbú.
Su “foja”
El 25 de mayo de 2011, Lourdes Figueredo de Guapi sorprendió a muchos al admitir ante la prensa que su marido, Juan Pablo Guapi Benítez, es un “tortolero” y que semanalmente pagaban a policías para operar sin ser molestados. Fue durante un allanamiento efectuado por personal de Investigación de Delitos en la casa de la pareja.
Posteriormente, el 10 de setiembre de 2013, Lourdes fue arrestada en su casa en compañía del delincuente Brian Andrés Osorio Núñez, integrante de la frondosa banda de “tortoleros” encabezada por el esposo de la mujer, quien desde entonces ya estaba recluido en Tacumbú.
Apenas 15 días después, el 25 de setiembre de 2013, la “reina de los tortoleros” fue arrestada por policías de la comisaría 7ª metropolitana después de una serie de atracos a vehículos estacionados en el barrio Bernardino Caballero.
La mujer estaba al mando de un coche a bordo del cual también se movilizaron sus cómplices Alcides Martínez Núñez, Carlos Sebastián Rodríguez Vera y Christian Ramón Riquelme Ramírez.
Su marido
El marido de Lourdes, Juan Pablo Guapi, sigue preso en Tacumbú, desde donde afronta varios procesos justamente por millonarios golpes. Varios de esos ilícitos fueron filmados por sistemas de circuito cerrado.