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El galardón es por la unidad, laboriosidad, liderazgo y porque han llegado a la autogestión eficaz.
Según David Ortiz, uno de sus dirigentes, ellos salieron del campo y se refugiaron en el vertedero de Cateura, y con ayuda lograron ser reubicados en casi cinco hectáreas en Itá. Allí, las 27 familias desarrollaron la horticultura, la avicultura y hoy viven dignamente de lo que producen. Ayer comenzó la construcción de 27 casas en el asentamiento. Tienen, además, agua potable y electricidad.