Nuestro país no está ajeno a una práctica muy extendida, que entiende la política como sinónimo de mentir, manipular, estafar, extorsionar, apelar incluso al crimen para llegar al poder, y desde ahí convertir lo público en trofeo de guerra para la repartija.
Otro gran peligro que se convierte en contracara de este “modelo” de hacer política es la debilidad ciudadana para hacer frente y rechazar a los grupos mafiosos instalados en los partidos políticos. Debilidad que se traduce en falta de reacción y movilización ante hechos que atentan contra los intereses ciudadanos; en impunidad social que tan generosamente le otorgamos a los corruptos, en falta de involucramiento, desidia y hasta falta de coraje ciudadano para asumir el concepto de que construir una sociedad más justa, democrática, honesta, es una tarea que nos compete a todos.
Las elecciones municipales pasadas y algunos resultados “inesperados” en ciudades como Encarnación, Asunción, y otras parecen indicar un despertar ciudadano. Un político amigo resumió en una muy breve frase ese sentimiento ciudadano ante los mafiosos del poder: “Ja ovaléma” (Ya fue suficiente).
Es de esperar que esta reacción ciudadana no termine en el paraguayísimo “oparei” como acontece con las investigaciones judiciales y las “luchas” contra la corrupción de nuestras instituciones públicas, y que de una vez por todas los ciudadanos de este querido y atribulado país llamado Paraguay asumamos nuestra cuota de responsabilidad en la construcción de nuestro propio destino.
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