La OMC y los avances en la salud mundial

Esta semana se reúnen en Nairobi los ministros de los 162 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) con el fin de reactivar las negociaciones comerciales multilaterales. El encuentro marca el vigésimo aniversario de la OMC, pero ha sido empañado por las dudas sobre si es posible una mayor liberalización del comercio en un foro donde cualquier avance requiere el consentimiento de todos los miembros.

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En los últimos 20 años, los miembros de la OMC han logrado enormes avances en reducir las barreras al comercio en sectores tan diversos como la agricultura y las tecnologías de información. Un área donde la OMC ha sido duramente criticada, de manera injusta, es en la salud. El motivo puede trazarse a 1995 cuando la OMC ratificó su Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic).

Este estableció un requisito mundial, por primera vez para los miembros de la OMC –exceptuando a los países más pobres– de proteger formas básicas de propiedad intelectual, como las patentes. La gran ofensiva mundial del VIH a mediados de los noventa generó graves denuncias de las ONG que advertían que obligar a los países en desarrollo a respetar las patentes les encarecería los medicamentos y costaría vidas.

Al final de cuentas nada de eso ocurrió. El acceso a medicamentos para el VIH en países de ingresos bajo y medio ha aumentado drásticamente. En 2003, solo 400.000 personas con VIH tenían acceso a tratamiento; hoy la cifra es de más de 15,8 millones. Y los precios más bien cayeron en 95% entre 1995 y el 2000, gracias a la ayuda multimillonaria de gobiernos, la cual contribuyó a crear nuevos mercados y economías de escala.

Otras preocupaciones sanitarias han desplazado la atención mundial sobre el VIH, pero las críticas sobre las reglas de patentes de la OMC persisten. La última controversia gira alrededor de la accesibilidad a la nueva generación de curas para la Hepatitis C. Esta enfermedad tiene una alta prevalencia en los países en desarrollo.

Pero aquí también Adpic ha promovido avances. Los dueños de estos medicamentos, trabajando dentro de este marco legal, han entrado en acuerdos de licencias con farmacéuticos en la India. Estos permiten que las medicinas sean distribuidas a bajo precio en 101 países en desarrollo, alcanzando a 100 millones de personas, o la mitad de la población mundial infectada.

Todos ganan con estas licencias, ya que facilitan mayor acceso a nuevas medicinas al tiempo que mantienen los incentivos para invertir en nuevos tratamientos –la razón por la que existe la protección a la propiedad intelectual.

Sin embargo, las patentes no son determinantes en materia de salud. Una pobre infraestructura sanitaria y la escasez de personal médico y recursos financieros significan que una gran cantidad de personas todavía no tienen acceso a medicamentos esenciales cuyas patentes expiraron hace mucho tiempo. Por ejemplo, diversos sondeos muestran que, en promedio, medicinas genéricas básicas están disponibles en solo la mitad de los centros médicos públicos de América Latina.

En general, la relación entre el comercio y la salud ha sido enormemente positiva. En los años ochenta y principios de los noventa, muchos gobiernos latinoamericanos promovieron la liberalización del comercio y las inversiones, eliminaron aranceles, desmantelaron controles cambiarios y limitaron las restricciones al movimiento de capitales. Estas políticas se aceleraron bajo la OMC.

Conforme se abrieron las fronteras y los ingresos de las personas aumentaron, la expectativa de vida igualmente subió ya que los ciudadanos tuvieron mejor acceso a salud, nutrición y tecnologías médicas. El libre comercio ha jugado un papel primordial al difundir alrededor del mundo nuevas tecnologías médicas, desde vacunas hasta farmacéuticos. En 1980 la expectativa de vida en Paraguay era de 66 años, pero en el 2013, tras décadas de apertura comercial, había alcanzado los 72 años –la misma que la de EE.UU. a finales de los setenta.

La inversión estatal en salud ciertamente ha contribuido, pero resulta difícil negar el papel que ha jugado el crecimiento económico impulsado por el comercio. La influencia de la OMC continúa siendo vital y sus reglas evitan que los miembros vuelvan al proteccionismo y la autarquía de antaño.

Quizás ya le llegó la hora a la OMC tras 20 años de existencia. El futuro de la liberalización comercial podría estar en los tratados regionales, como el Acuerdo Transpacífico. Al final de cuentas, negociar con pocos socios facilita alcanzar acuerdos. Pero mientras se llevan a cabo las negociaciones en Nairobi, los ministros participantes deberían tener presente que todavía hay enormes beneficios que se pueden obtener de remover barreras al comercio.

* Sreekanth Ventkatamaran es profesor de economía en la Mahindra Ecole Centrale, en Hyderabad, India. Philip Stevens es director de la Geneva Network.

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