Sobre todo, fue un icono

SALAMANCA. Todo lo relacionado con ella era contradictorio, paradójico, inesperado y sorprendente. Menos la muerte que se la acaba de llevar cuando tenía casi noventa años. Así fue Isabel Sarli, un icono del erotismo argentino. Aunque quizá fue un icono en una época diferente a esta, y por lo tanto un icono diferente a como son los de ahora. De este modo, se cumple lo paradójico que decía de ella en la primera línea.

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Tuvo una estrecha relación con nuestro país, no solo por su amistad con Augusto Roa Bastos, que escribió muchos de los guiones de sus películas, sino por motivos difíciles de rastrear en este momento y que culminó con una de sus obras cumbres: “La burrerita de Ypacaraí”, mientras otro amigo suyo, Luis Alberto del Paraná, cantaba “Recuerdos de Ypacaraí”, entre otras varias canciones. Quienes éramos jóvenes o adolescentes en aquella época buscábamos burlar los controles familiares para poder verla en el cine, montada en un burrito viniendo a la ciudad a vender sus mercancías, mientras la vida se le escapaba a torrentes por encima de sus pronunciados escotes. ¡Qué lecciones de erotismo naïf nos estaban dando ella y su pareja y director Armando Bo!

Una tarde lloviznosa, fría, húmeda, tan típica de Buenos Aires, estábamos un grupo de amigos visitándole a Augusto Roa Bastos en su casa de la calle Panamá, cuando salió Isabel Sarli en la conversación. Desde luego que fue un comentario un tanto despectivo que fue interrumpido por Roa Bastos. “No hablen así de la Coca (ese era el sobrenombre con que la conocían sus amigos cercanos), porque es una actriz sacrificada como pocas y enamorada de su profesión. Recuerdo que durante una filmación [creo que dijo ‘Sabaleros’] Armando Bo eligió como escenario uno de los cinco grandes desagües cloacales de Buenos Aires. Era como una playa inmensa de arena blanca pero cenagosa. Tenía que haber viento, y se contrató un helicóptero que sobrevolaba la escena en la que dos mujeres, Coca era una de ellas, se pelean. La otra parece que se entusiasmó con su papel, y se le fue la mano con un golpe que le dio en la cabeza con un remo. Coca cayó semidesmayada y comenzó a hundirse en aquella inmundicia, y Armando Bo, en lugar de cortar la acción, pedía que siguieran, que todo estaba saliendo con un realismo sorprendente y, además, el alquiler del helicóptero era muy caro. Por fin, se la rescató antes de que terminara de hundirse del todo, y sufrió una septicemia que tuvieron que internarla en un hospital durante varios días”.

Isabel Sarli estuvo muchas veces en el Paraguay con motivo de filmaciones que siempre eran dirigidas por Bo, con quien mantenía una relación muy particular, ya que él nunca se divorció de su esposa, y ella nunca abandonó la casa de su madre. Pero tal como se presentaron siempre, fue como pareja y nunca se negó nada. Una de las últimas veces que estuvo en Asunción fue con motivo de un homenaje que se le hizo a Roa Bastos en un canal de televisión, y ella apareció sorpresivamente en el estudio donde se realizaba el programa en el preciso instante en que Roa la recordaba con un toque de nostalgia.

Dicen que las notas necrológicas siempre comienzan diciendo que el difunto “era una buena persona”, aunque hubiera matado a su abuelito con hacha. En este caso, no lo diré, principalmente porque no lo sé. De lo único que estoy seguro es de que fue un icono del erotismo en una época en que, quizá, el concepto que teníamos del erotismo era muy diferente del actual. Pero cumplió de manera inolvidable su papel. Y así la recordamos.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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