El golpe fue contra Stroessner y el “Cuatrinomio de oro”

Aunque hoy, 29 años después, las autoridades desconozcan el acontecimiento, ya vendrán generaciones que sabrán valorar a los combatientes que ofrendaron la vida para traer la libertad al Paraguay el 3 de febrero de 1989. “A fines del 88 ya teníamos planificado el objetivo: derrocar al Presidente y especialmente al “Cuatrinomio de oro”, relata en esta entrevista el coronel Félix Balmori, quien participó en la clave toma de la Aviación Militar.

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–Hace 29 años. ¿Dónde estaba usted coronel el 2 y 3 de febrero? 

–En la Aviación (la unidad de Aeronáutica a la entrada de Luque), bajo el comando del entonces coronel Regis Romero, Carlos 5. Yo era mayor. Me formé con él en el Estado Mayor. Fui comandante de la compañía de Comando, seguridad del general Rodríguez. A lo mejor por confianza, fui llamado. A fines del 88 ya teníamos planificado el objetivo: derrocar al Presidente y especialmente al “Cuatrinomio de oro” (los ministros Sabino Montanaro, Adán Godoy Jiménez, Eugenio Jacquet y al secretario privado Mario Abdo Benítez, padre del hoy candidato a Presidente Marito Abdo Benítez).

–¿Por qué especialmente el “Cuatrinomio de oro”? 

–Porque ellos se burlaron de las Fuerzas Armadas. Lo despreciaban en sus intervenciones públicas. Con ellos comenzó la debacle colorada.

–En el 87 (en agosto) hubo aquella manifestación colorada comandada por HDD (el exyerno de Stroessner, Humberto Domínguez) cuando la gente coreó frente a la Junta de Gobierno: “Fuerzas Armadas, Fuerzas Armadas...!”. 

–Fue la primera manifestación que demostró la debilidad del general Stroessner que se dejaba llevar por esos personajes. Seguramente la edad y el tiempo de Gobierno le desgastaron demasiado.

–Los colorados estaban divididos en “militantes” y “tradicionalistas”. Los “tradicionalistas” pedían la intervención de las FFAA...

–Solo en momentos de necesidad extrema, la gente se acuerda del soldado y de Dios. Se suele decir que las revoluciones son impulsadas por los inteligentes, ejecutadas por los valientes y aprovechadas por los oportunistas. Se suele decir también que el pueblo es ingrato con sus héroes. Todos los que participamos en la gesta libertadora tenemos la satisfacción de la misión cumplida. Aunque hoy hacen la vista gorda para recordar un acontecimiento tan trascendente de nuestra historia, ya vendrán generaciones que sabrán valorar mejor a los que expusieron la vida para traer la libertad al Paraguay.

–¿Fue fundamental la aviación? 

–Fundamental. En ese tiempo la Aeronáutica tenía muchos aviones artillados. Ahora ya no tienen nada, lastimosamente, como ocurre en todas las armas. Los pilotos de los aviones xavantes estaban plegados a nosotros con su comandante, el general Carlos Giménez.

 –Cuando volaron los xavantes aquella noche, al principio se creyó que era en apoyo a Stroessner.

–A pedido de la Caballería fue. Stroessner creyó que la aviación iba a estar a su favor.

–Su hijo (Gustavo) era coronel de la Aeronáutica.

–El general Rodríguez ordenó un vuelo rasante como advertencia.

–¿Stroessner no quiso rendirse?

–Nadie quiso hacerse responsable de la tropa (del Batallón Escolta Presidencial). El entorno trató de convencerle que no se rinda. Esperaban el apoyo de otras armas y de los (civiles) “militantes”. La idea era dilatar hasta que amanezca.

–En esos días, los “militantes” amenazaban con sus “hordas de asalto”. Proclamaban: “después de Stroessner otro Stroessner...”.

–Ningún civil apareció para defender al Gobierno. En el Batallón Escolta no estaban preparados. Estaban demasiado aburguesados. Ni gasoil tenían. En las Fuerzas Armadas, la frase “no creo que vaya a pasar” no existe a la hora del combate. Si no está preparado va muerto.

–¿Se calmaron con los xavantes? 

–Fue letal. El golpe se tenía que finiquitar de noche para evitar más bajas. Las acciones del general Lino Oviedo y sus tropas que sitiaron el Batallón Escolta fueron determinantes. La Marina hizo lo suyo en el centro de Asunción.

–¿Estuvo mucho tiempo usted cerca del general Rodríguez?

–Desde subteniente a capitán estuve cerca de él. Era oficial subalterno. Llegué a jefe de la Policía Militar y comandante de la Compañía de Comando, seguridad del comandante (Rodríguez) y su familia.

–¿Cómo era Rodríguez? Dicen que era exigente, duro, implacable.

–El general Rodríguez era muy paternal no solo con su familia sino con todos sus comandados. Todos nos sentíamos protegidos y agradecidos. Era exigente pero a medida. Si fallábamos aplicaba el reglamento, la ley. Él siempre decía: “Mi deber es castigar a mis hijos cuando fallan y no esperar que les castiguen los vecinos”. El general infundía mucho respeto. Yo creo que sin su liderazgo, el golpe iba a ser un fracaso.

–¿Por qué? 

–Derrocar al mandamás que estaba en el poder 35 años solo podía ser obra de soldados que creen ciegamente y están en condiciones de perder la vida por su líder. El general Rodríguez era el único que podía involucrar a personas tan diversas y de todas las armas. Sus detractores pueden cuestionarle todo lo que quieran por otras cosas, pero nadie podía negar su carisma para aglutinar a las Fuerzas Armadas en un objetivo único que a todas luces parecía suicida.

–¿Qué fue lo que más le impresionó del golpe? 

–Fue algo muy doloroso la muerte del mayor Ramos Alfaro. Fue mi camarada desde subteniente, padrino de mi hija melliza. Fue uno de los mejores oficiales preparados. Él tenía que estar con nosotros en la toma de la Aviación, pero el general (Lino) Oviedo pidió por él en el ataque al Batallón Escolta y fue el único oficial que murió. Fue muy impactante.

–¿Qué lo mató? 

–Una esquirla (de mortero) muy pequeña pero justo le acertó en la yugular...

–¿Se les pasó por la cabeza vengar a Ramos Alfaro? 

–Menos mal que se pacificó todo enseguida. El ambiente de festejo nos tranquilizó y ayudó a resignarnos.

–¿Qué se hizo mal para que la democracia sea tan débil donde la justicia no funciona y proliferen los ladrones que lampiñan al Estado? 

–Nadie tenía experiencia para la democracia. Se dice que la revolución se come a sus hijos, y es verdad. Pasaron 29 años y seguimos siendo uno de los países más atrasados del continente. Hoy cualquiera se cree con derecho a ponerle el palo a la rueda del progreso, como señaló el editorial de su diario esta semana. Tenemos que buscar ya algo mejor para el país en todos los sentidos; que imponga la institucionalidad, el respeto a la ley, el castigo a los delincuentes y el fomento del trabajo y la concordia nacional. Las FF.AA. fueron avasalladas. Los destacamentos fronterizos que con tanto sacrificio se construyeron están apuntalados hoy con postes de madera para que no se derrumben. Se envía a oficiales jóvenes a los lugares recónditos, sin rubro, abandonados a su suerte.

–A medida que pasa el tiempo, cada vez aparecen más supuestos héroes del antiestronismo.

–La gesta del 2 y 3 de febrero fue obra exclusiva de los militares. Estuvieron involucradas todas las armas: Aviación, Marina, Ejército y dentro del Ejército no solo Caballería. Estaba involucrada la Infantería, la Artillería, Comunicaciones, Administración, Ingeniería... Cada cual tenía una actividad que cumplir. Era imposible saber lo que podían estar haciendo los otros camaradas.

–¿Cuál es la deuda pendiente?

–La indemnización que se les debe a los combatientes del 2 y 3 de febrero. Muchos quedaron inválidos, con problemas físicos, en la indigencia. El general Rodríguez les entregó casas a muchos de ellos. A otros no les alcanzó nada. Son soldados que combatieron por la Patria y tienen tanto derecho a una indemnización como los centenares que cobraron sumas millonarias como víctimas de la dictadura, muchos de ellos víctimas falsas que se aprovecharon de la corrupción para estafar al Estado. Ojalá que en el próximo período se brinde el legítimo reconocimiento a estos héroes anónimos injustamente marginados por la democracia.

holazar@abc.com.py

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