Profesor a los 85

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Profesor a los 85
Profesor a los 85Rosendo Duarte Romero

Los primeros días de setiembre, en un emotiva ceremonia, recibieron sus certificados nueve flamantes docentes en Corpus Christi, Canindeyú. Este sería un acto de colación más, si no fuera porque entre los egresados estaba un maestro de 85 años.

Así es y con esto se cumple el refrán: “Nunca es tarde cuando la dicha es buena”. Ese pensamiento motivó a Cirilo García, maestro de la escuela básica 5808 de la comunidad indígena Ynambu Ykua, distante a 2 km del casco urbano de la ciudad de Corpus Christi, que cubre todos los días montado en su bicicleta.

El maestro García, como lo llaman en su pueblo, enseña en esta institución desde 1996, cuando fue contratado por el Ministerio de Educación, en la época en que la cartera aún empleaba docentes bachilleres.

Pero la historia de vida de Cirilo García se remonta a 1968, cuando llegó a Corpus Christi, contratado como gerente de la fábrica de palmito San Rafael, de esa comunidad. Llegó entre los primeros pobladores y justo en el año en que la ciudad fue oficialmente fundada. Lleva más de 50 años en la zona, y más de dos décadas como educador.

Don Cirilo es considerado un excelente docente, por sus años de experiencia. Pero nunca estuvo totalmente conforme con su condición de maestro sin título. Sin embargo, a pesar de su inquietud, por mucho tiempo le resultó imposible buscar una formación profesional.

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La ciudad de Corpus Christi está a más de 25 km de la PY03 y a 16 km de la frontera con el Brasil, cuyo tramo quedó totalmente pavimentado en el 2017. Antes de eso, por más de 50 años, salir y regresar a Corpus era toda una odisea.

Por más que la distancia aparentemente es corta, la resbaladiza tierra roja con las profundas pendientes en las zonas de ríos y arroyos por las que cruza el camino, convirtió por más de medio siglo a la ciudad de Corpus en una de los más aisladas de Canindeyú.

Pero el tiempo trajo la solución. Un instituto, el Centro Regional de Educación Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, de Ciudad del Este, comenzó a funcionar en la ciudad, con lo que dio oportunidad para que, finalmente, don Cirilo cumpla su sueño de formarse.

Cualquiera podría haber pensado que ya era muy tarde para estudiar y desistir, pero don Cirilo no dudó ni un instante y fue uno de los primeros inscriptos en el instituto. Ahora, con el orgullo de ser profesional, sigue pedaleando cuatro kilómetros diarios hasta su humilde escuela donde imparte sus conocimientos a niños y niñas indígenas, y pretende seguir con este compromiso hasta que llegue a jubilarse en algunos años más.

El ejemplar educador está casado con doña Anastasia Servín, de 86 años. Tiene tres hijos, dos varones y una mujer, nueve nietos y cinco bisnietos. La energía que le sobra emplea los fines de semana en el cuidado de una finca de 10 ha que tiene en la comunidad, con una hermosa reserva forestal.

Texto y fotos Rosendo Duarte Romero rosendo_duarte@hotmail.com