Una mujer política

La abogada Sonia Bareiro (48) es una política paraguaya. No tiene cargo parlamentario ni afiliación partidaria; su pasión son las políticas públicas. Vivió en Alemania durante una década y hace unos años regresó. “Mi perfil laboral y mi pensamiento son los de crear lazos, puentes de cooperación”, afirma.

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Agendó un par de horas para conversar. “Estamos trabajando intensamente en un programa de control de financiamiento político en el TSJE. Por suerte, mi esposo, mis hijas: Danielle (16) y Nicole (8), y yo somos independientes y nos comprendemos; todos cocinamos y colaboramos en la casa”, dice abriendo la charla. Sonia lleva 30 años en el mundo de las políticas públicas, se inició muy joven como coordinadora de proyectos de mesas de diálogo, paneles, debates políticos en el –ya desaparecido– Centro Paraguayo para la Promoción de la Libertad Económica y la Justicia Social, un think tank fundado tras la caída de Stroessner.

“Sin ser socialista, este centro promovía un sistema en el que funcionara la economía de mercado, pero a la vez se invirtiera en políticas sociales para paliar los déficits generados por todo mercado competitivo. Paralelamente reafirmaba el Estado de derecho y las libertades políticas. Trabajamos muy bien y con todos los partidos”, recuerda. Sonia se recibió de abogada en la UNA y, luego, en Alemania, hizo un máster en Derecho Económico en la Universidad de Heidelberg y un posgrado en Administración de Empresa en TÜV Nord Akademie, Münster. Actualmente tiene una consultoría junto con su marido, Dieter Krauch, y la expresidenta del Banco Central del Paraguay, Mónica Pérez.

-¿Cómo nace tu vocación por las políticas públicas? 

-Siempre fui muy curiosa, me preguntaba por qué no podíamos vivir mejor. Me crie en Salto del Guairá, donde las cosas se veían de otro modo durante la dictadura. Todo ese concepto de desarrollo de poder de la época, la interacción con los brasileños me hacía pensar cómo establecer otro tipo de esquema para que salgamos adelante todos juntos y no solamente algunos.

-El Paraguay figura como país que ha crecido económicamente.

-El Paraguay evolucionó bastante en términos económicos. Todos reconocen un crecimiento sostenido, pero mi inquietud sigue siendo la misma: que el crecimiento sea inclusivo. Porque está superbién que funcione la economía, pero tiene que tener un sentido para que todos vivamos mejor, o si no, da igual, no hay diferencia. Hoy, aquella pregunta es actualísima en las políticas públicas de todo el mundo, porque la brecha cada vez mayor entre los distintos niveles de vida no es un fenómeno solamente paraguayo.

-Como extranjera conociste la economía social de mercado.

-Alemania se sostiene en los principios de esta economía y le va bien; a veces, menos bien, pero tiene una solidez que otros países no tienen. La economía social de mercado no es algo dogmático, sino con principios que se respetan, y sobre la base de esos principios está el dinamismo. 

-El bienestar que miramos desde otros países.

-Alemania y otros países tuvieron su estado de bienestar, y en algún momento como que se les fue la mano; empezaron a retraer sus políticas sociales, porque ya era a costa de su economía. Ese es el juego que te permite hacer, pero los principios permanecen. Se pasó de un Estado mucho más protector a uno en el que también el individuo se hace más cargo de sí mismo; se quitaron muchas prestaciones, pero sigue teniendo su malla, su sistema de seguros; todas sus instituciones funcionan.

-¿En Alemania también existen posturas muy marcadas ideológicamente? 

-Sí, también. Solo que no todos están hablando de política; es un país fuerte institucionalmente. Incluso, la solidaridad que pregonan es institucional. Aquí, la institucionalidad es bastante endeble. Creo que es la gran deuda del proceso democrático; todo pasa por personalismos, posturas. La corrupción es un gran tema, se da en una coyuntura de debilidad institucional e impunidad.

Esperanza activa

“Me fui a Alemania sola y soltera (1996-1997). Regresé a mi país para quedarme, pero años después, ya casada y con mi primera hija, partí de nuevo. En aquella época, todo lo que hacíamos en políticas públicas resultaba poco, así que con mi esposo quisimos tomarnos un respiro de dos años, pero terminamos quedándonos 10. Trabajamos, estudiamos y vivimos en varias ciudades alemanas. En realidad, no hubo una razón específica para irnos ni para volver; yo lo llamo ciclos de la vida. Regresamos en el 2013”. 

-Pero algo te alentó a volver.

-Pasé por todas las etapas como emigrante. Cuando salís, automáticamente, tu mente se pone en modo comparativo. Viví la vida genial de ser estudiante por un año en Alemania, pero vivir 10 años es distinto. Uno empieza a descubrir cosas. Todo está bien, pero también te decepcionás y los juzgás. Después llega la madurez del emigrante: te das cuenta de que en todas las sociedades hay gente buena, noble, muy inteligente y, también, lo opuesto. Finalmente, eso está bastante bien distribuido en el planeta. El Paraguay tiene una población joven y, por ende, muy flexible a los cambios e innovaciones. Allá es más difícil, porque ya tienen todo hecho. El Paraguay me genera esperanza y, a la vez, un compromiso de cambio, a partir de cada uno donde esté. No creo en el individualismo, pero sí en la individualidad. 

-Con tu experiencia, ¿cuál es el camino?

-Sin dudas, la educación con criterio de políticas públicas, estadísticas, números, tecnología. Mi hija aprendió a ser un buen peatón porque unos policías fueron a enseñar en la escuela; no es que el alemán nace y sabe, sino aprende. La educación puede ser un gran consenso. Es muy importante tener una visión, como lo hicieron Singapur, Nueva Zelanda e, incluso, Costa Rica.

-¿No temiste no conseguir trabajo?

-Vine con la idea de trabajar en Cepro, pero al final no di ese paso y decidí hacer otra cosa; así nació la consultora. Estamos trabajando obsesivamente; lo hacemos primero desprendidos de todo tipo de intereses, que no sean los objetivos del trabajo, y con un alto nivel técnico. 

-¿Qué significa lo técnico en nuestra coyuntura?

-Todos nos dimos nuestro buen baño de realidad, no estamos flotando en el aire, los tres tuvimos experiencias de haber trabajado en distintos sectores en el Paraguay, más la gota de innovación de haber vivido en otros países y ver cómo se hacen las cosas que sí funcionan. Acá tenemos problemas muy graves, sobre todo la gran deuda que siendo un país pequeño tengamos que tolerar gente que no come o vive mal. Pero más allá de eso, la actitud es importante, tener una visión muy clara y ser realistas. No creemos en cambios a largo plazo, sino a larguísimo plazo; no hay atajos. 

-¿Qué hacemos con nuestros partidos políticos?

-Yo reivindico los partidos políticos porque son un factor fundamental del poder. Creo que hay que rescatar los partidos para la gente y el intelecto, pero tienen que abrirse, modernizarse, dejar entrar aire fresco. Los escenarios van cambiando; estos liderazgos, aunque quieran, ya no van a poder ser como aquellos. También hay mucha gente trabajando fuera de los partidos. 

-¿En qué tema específico estás trabajando ahora mismo?

-Nuestra consultora ganó una licitación realizada por Usaid Paraguay. Trabajamos en la implementación del proyecto del programa de democracia y gobernabilidad, para dar asistencia al Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) como cooperación en el desarrollo de todo lo que tiene que ver con financiamiento político a los partidos, la ley, cuentas claras, transparencia. Realmente estamos trabajando sin descanso.

Mamá profesional

Como toda mamá, Sonia se organiza. Es “chofer” oficial de sus hijas. “No me quejo; en mi familia nos queremos y ayudamos todos. Los fines de semana compartimos gustos sencillos, como conversar, andar en bici o viajar al interior. A mis hijas les enseño a valerse por ellas mismas, a hacer lo que les gusta, pero siempre respetándose y respetando a los demás”. Como mujer en la política, trabajó desde muy jovencita en un ambiente de hombres. “Nunca fui discriminada por ser mujer, lo que no significa que no haya escuchado chistes como ‘ahí viene la secretaria’, pero no lo tomaba como algo denigrante. Igual, con el tiempo aprendí que sí hay mujeres discriminadas y, generalmente, tiene que ver con lo vivido en su familia”.

lperalta@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Celso Ríos/Gentileza.

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