El Gobierno convertido en el zorro cuidando del gallinero

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Expreso de manera clara y sin temor a equívocos por cuanto que he expuesto bajo consideraciones de política y economía mis razones sobre la necesidad de un eventual juicio político, razón por la que reitero que el mismo es absolutamente viable y necesario, de modo que el lector sabrá desde el vamos sobre el orden argumentativo al que me referiré seguidamente.

En este momento incluso la parte de la ciudadanía que no está movilizada ya ha dado su sanción. La misma es que definitivamente el Gobierno le ha defraudado por el tema sanitario conocido por todos y, por tanto, no le tiene confianza para seguir otorgándole su apoyo. A tal efecto varias aristas de análisis son necesarias a tomar en cuenta en particular en lo referente a la política como la economía.

Es de destacarse que la política y la economía se hallan íntimamente relacionadas y de esta relación emergen lecciones no solo en el ámbito de la teoría sino de la realidad constatada en la historia. Esto que parecería incluso algo tan evidente al final no lo es tanto para muchos gobernantes que sin percatarse de aquella amalgama (política y economía) la desconsideran al punto que muestran desprecio hacia la gente que trabaja, invierte, crea empleos e innova para permanecer competitivo en los mercados.

Nuestro país antes y más ahora con la pandemia requería de contener el populismo emergente y la mala gestión proveniente de ideas probadamente caducas y que por razones contrarias a los intereses de la gente y para privilegiar la sociedad del privilegio, han permanecido intactas. La corrupción y la ineficiencia son las consecuencias más notorias que ahora se muestran en la superficie para que nadie diga que no es cierto y es un invento de algunos -como este ensayista- que no cesará en su línea de pensamiento aunque algunos lo catalogan como una minoría.

La verdad es que tengo suficientes argumentos porque a diferencia de algunos detractores los hechos son los que me van dando la razón. En efecto, durante mucho tiempo se sostuvo en estudios académicos en general que resulta ineludible la figura y la intermediación estatal para mejorar la eficiencia y la transparencia de los gobiernos. Para ello se tenía que dar más protagonismo al intervencionismo de varias formas, como normativas que busquen el control y la regulación.

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Conviene a algunos

Todo este sustrato de ideas y prácticas, sin embargo, no lograron su propósito. El control y la regulación no son tales porque terminó con lo que sucede cuando dejamos al zorro se encargue de cuidar el gallinero; no solo los despluma sino también los come.

La intervención estatal es expuesta de modo permanente en casi todos los centros de estudios y de ahí con la absoluta obsecuencia de los partidos políticos porque saben sus dirigentes que les conviene y la aplican con excelencia. El resultado es lo que ellos, los teóricos y los políticos junto con burócratas que viven a costa de la gente siempre han deseado que sea así y no solo aquí en Paraguay sino en otras partes donde las instituciones de la libertad económica son débiles y hasta inexistentes.

Toda esta línea de pensamiento contraria a los intereses del sector privado que trabaja, invierte e innova para crear los necesarios puestos laborales e ir incrementando los salarios no ha hecho más que elevar todavía más la burocracia, lo que conlleva inexorablemente a ir creando más oficinas, leyes y regulaciones en general.

De este modo todavía se enseña y se considera en la respectiva práctica que cuanto más controles existan pues el resultado será que habrá más transparencia. No obstante, en realidad cuanto más burocracia, leyes, pasos para autorizaciones y en especial legislaciones inentendibles dispuestas sin el debido rigor de composición escrita a lo único que dirige a es a más discrecionalidad por parte de los funcionarios encargados de “controlar” los diferentes procesos que se dan en el Estado.

Todo esto deriva a que pronto se formen los “clanes” y cuanto lacras sociales tenemos como las sobrefacturaciones, el uso ilegítimo de información privilegiada, el soborno, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes, la malversación y el nepotismo. Ahí está y a modo solo de ejemplo visible y conocido por todos lo ocurrido con la compra “licitatoria” de los tapabocas en donde se vio la conexión con el poder de turno de estos grupos -por cierto privados- con el Estado.

Consolidación del sistema

Este es el sistema que se fue formando y consolidando en nuestro país y se volvió institucional como una regla de juego que se debe aceptar y no es así y no debe ser así. Este esquema perverso, corrupto, que ha creado riquezas mal habidas con el dinero de la gente, de los que trabajan todos los días y que luego son los que menos y hasta no reciben los servicios por los que han pagado con sus impuestos.

Y que no se diga que esto es culpa de la dictadura. No lo es porque la causa está en el modelo que pese a haber conseguido algunos avances sigue intacto porque los que están en el poder saben que es la manera más expeditiva de lograr lo que el hombre y la mujer común de la calle lo consiguen luego de años de trabajo, estudios y sacrificio diario.

De ahí la necesidad de avanzar hacia más espacio de libertad económica entendida como el logro de más autonomía frente a la injerencia ilegítima y dañina de los gobiernos, cualquiera sea. Pero ocurre que el documento más importante que precisamente sirve de consolidación de la presencia estatal en la economía para servir a la ciudadanía es el que finalmente se encarga de molestar e inhibir todo el esfuerzo del sector privado, en especial de los empresarios, ya sean estos en categoría de pequeños, medianos o grandes.

Ejemplo sencillo

Pues ese documento reconocido como el segundo contrato político luego de la Constitución, es el Presupuesto General de Gastos (PGG) que desde 1989 a esta parte fue inflado con escasa atención a la evolución y tendencia de la economía. El PGG y como se sabe en materia presupuestaria, fiscal y monetaria, refleja la situación del órgano llamado Estado y por sobre todo el de los contribuyentes. Esto último no es un tema menor y nunca lo debe ser porque si los que pagan mucho y entre muy pocos siguen siendo sacrificados en el altar de los políticos y burócratas para que estos sigan disfrutando de sus bacanales e igualmente despilfarrando lo que aquellos pagan, pues entonces el problema se irá agravando y luego será tarde.

El PGG y la libertad económica son directamente proporcional entre sí y a dos cuestiones fundamentales de las que el Paraguay no puede desconsiderar.

Primero, porque el PGG incide sobre la economía de las personas porque afecta de algún modo u otro a la competitividad empresarial, entendida como la capacidad de generar la mayor satisfacción de los consumidores, de modo a que la calidad de un producto o servicio, conjuntamente con el precio beneficie a la gente. Y segundo, el PGG que ahora está negativamente afectado por el nivel del endeudamiento y el déficit igualmente repercute en la competitividad en la medida que el gasto es ineficiente y se dirige hacia sectores que no benefician al conjunto de la sociedad.

La gente tiene razón en manifestarse e incluso solicitar el juicio político. Pero mientras nosotros como ciudadanos no nos percatemos de que el que llegue al poder será como el zorro cuidando el gallinero, entonces llegaremos al mismo lugar de donde salimos.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.