De la suba de los precios a la inflación: hallando a los culpables

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Se observa en el país que el índice de precios al consumidor  indica subas  por encima de registros históricos.
Se observa en el país que el índice de precios al consumidor indica subas por encima de registros históricos.Archivo, ABC Color

Muchas revoluciones están muy relacionadas con la inflación. Sucedió en París en 1789, ocasión de la Revolución Francesa; en San Petersburgo en 1917 cuando sobrevino la revolución bolchevique; en Berlín en 1933 con el advenimiento de Adolf Hitler y en Moscú en 1991 con el fallido golpe militar contra Gorbachov y que terminó en la total desintegración de la Unión Soviética.

Para no tener que ir tan lejos, ahora mismo observamos aquí en Paraguay que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) indica aumentos en sus valores por encima de los registros de los últimos años. Parecería que desde el fondo del telón una figura conocida empieza a mostrarse: la inflación.

No digo que estamos ante un cambio sustancial en materia de estabilidad monetaria. Pero lo que sí es que no debemos ni por asomo descuidarnos de este tema porque de proceder así pues podríamos encontrarnos ante un escenario peligroso.

Seamos, por tanto, precisos. No todo aumento de los precios es inflación. Por tanto, una cosa es la suba de precios y otra diferente es la inflación monetaria. Esta diferencia es fundamental para comprender lo que sucede por un lado, en una economía de mercado de manera usual y otra cuando la expansión de dinero y crédito es llevado a cabo por el Estado, esto es, por el gobierno en su función.

El tema no me parece tan difícil de entender. Infelizmente, debido a la perniciosa influencia de los tecnócratas y adeptos al keynesianismo como escuela de economía, su comprensión se volvió compleja. Y se hizo a propósito de ese modo para que precisamente el hombre común de la calle no pueda darse cuenta que los verdaderos gestores de sus penurias están sentados en muy lujosas oficinas desatendiendo lo más preciado de todo ser humano: su dinero, su propiedad, el fruto de su esfuerzo diario.

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Fenómeno monetario

La suba de precios que termina en inflación es “siempre y en todas partes un fenómeno monetario, dijo con razón y lo comprobó Milton Friedman, Nobel de Economía. Friedman en realidad ya se había basado en las reflexiones llevadas a cabo por insignes estudiosos como Menger, Mises y Hayek de la Escuela Austríaca -la genuinamente liberal-, quienes desde el vamos y mucho antes habían sostenido que si hablamos de inflación pues tenemos que asociarla con el crecimiento de la masa monetaria y cuya causa provenía inexorablemente de los gobiernos, cualquiera sea.

La inflación, por tanto, no es el aumento de los precios sino que estos son sus efectos. La inflación tiene una causa eminentemente monetaria porque el Estado emite dinero y crédito en el mercado. En el año 1936, John M. Keynes, en su famoso libro (que no por ello es buena esta obra) y que lleva por nombre Teoría General del Empleo, el interés y el dinero, elevó a categoría suprema como una medida de política económica insoslayable el dinero diciendo que “el empleo es malo y si se desea que baje el desempleo pues hay que inflar la moneda”. Todavía más, Keynes se animó a decir que si fuera necesario el Estado debe contratar trabajadores para que caven pozos (así tienen trabajo y se les paga) y luego los tapen.

Inflar la moneda significa emitir más dinero y crédito artificial sin contrapartida al genuino crecimiento de la economía. Dicho de otro modo, cuando el M1, que es una medida particular de la oferta monetaria que incluye el efectivo, o sea, el papel moneda real, así como el importe total de los saldos de los depósitos bancarios en manos del público, entonces se incrementan los precios.

Expansión

La inflación no es más que una expansión de la moneda y el crédito a instancias del Estado con la consecuencia de bajar el poder adquisitivo de la moneda. Entonces, no es que las cosas suben de precio en sí mismas, sino que la moneda es la que vale menos. Esto bien se explica mediante la ley de la utilidad marginal, puesto que el aumento de la cantidad de dinero (artificial) hace que baje el valor de cada unidad monetaria. Cada vez más necesitamos (nuestro guaraní por ejemplo) de más guaraníes para comprar algo porque cada guaraní vale cada vez menos.

Entonces estamos ante una interesante conclusión y que lo podemos notar intuitivamente sin necesidad precisamente de conocer demasiado de lo que es en realidad la inflación. Y esta conclusión es que no son los productos y servicios que compramos los que se están volviendo más caros; lo que se está volviendo más barato es el guaraní que tenemos en nuestros bolsillos.

Dicho incluso de otro modo. Ese 100 mil guaraníes que tenemos en nuestra billetera, que nominalmente representa 100 mil, en realidad en términos reales es 100 menos X. Vale menos de lo que creemos que es y la sorpresa es grande cuando antes el carrito del supermercado se llenaba y ahora ocupa la mitad del espacio.

Este proceso de deterioro del poder adquisitivo no se realiza de una vez, en poco tiempo, como suponía la “teoría cuantitativa”. La inflación se extiende lentamente hasta que alcanza a todos los sectores. Cuando hay más dinero disponible en el mercado, la gente sale a comprar más porque tienen más disponibilidad monetaria y cuando lo hacen compran sin trabas. No obstante, al hacerlo desatan una tendencia alcista en los precios y así de modo sucesivo aparece en su esplendor la inflación.

¿Cómo?

El aumento de la cantidad de dinero puede ser causado por muchas políticas. Por ejemplo y esto es usual, para financiar el déficit financiero del presupuesto. Aunque si bien esta no es una política monetaria en sí, es la causa común del aumento de la cantidad de moneda.

Los adeptos del llamado “déficit spending” lo recomiendan hasta con fervor, pues los gastos estatales que los gobiernos causan son financiados con emisión monetaria. Como ya no se puede financiar con recursos impositivos (se llevaron toda la plata y lo sabemos), entonces apelan a la emisión que, por cierto, le llaman “controlada” cuando que en el fondo tal cosa no existe, al menos en el mediano plazo, además de propiciar un ambiente de incertidumbre y desconfianza que luego alcanza niveles insoportables.

La otra suba de precios

El aumento y disminución de los precios es parte de la economía de mercado, al menos si en verdad es libre. Lo que está sucediendo en estos momentos en gran parte con los precios de los productos se debe a la perniciosa intervención estatal en temas que van desde el costo del combustible, la mano de obra y la inseguridad.

Por omisión en materia de seguridad y por acción por los tributos y legislaciones erróneas en cuestiones del mercado laboral y de los combustibles, todos ellos son costos y bien visibles. Significan incertidumbre y desconfianza.

El resultado de estos costos desde luego no puede ser más que el desaprovechamiento de los recursos económicos y humanos con los que contamos. En vez de avanzar de 1 al 10 a un nivel de 7 pues estamos en 3. Pese al gobierno, el sector privado que genera riqueza y la distribuye mejor que cualquier órgano estatal está avanzando en el país elevando la producción y la productividad.

En la cadena que va desde el productor al comerciante el aumento de los costos incide sobre los precios al consumidor. Si un comerciante aumenta en 10 por ciento sus precios y otro lo hace en 5, pues será desplazado del mercado por la menos cantidad de clientela. Los que elevan sus precios pueden hacerlo, pero tienen algo que les dirá que al final de cuentas dependen de sus consumidores.

Es la competencia. En un mercado libre no existe posibilidad alguna de que los inescrupulosos puedan perjudicar a los demás, pues la competencia más tarde o más temprano premiará al que mejor sirve a su clientela.

Como se notará, la inflación tiene culpables. Se hace desde y por el Estado. En cuanto al aumento de precios, el mismo puede darse, pero tiene como factor gravitante a la competencia como medio de defensa para la gente. Los costos que recaen sobre los productores y comerciantes -por acción u omisión del Estado- les impide disponer lo mejor de sí en favor de los consumidores.

Freno

La inflación tiene culpables. Se hace desde y por el Estado. En cuanto a la suba de precios, puede darse, pero tiene como freno a la competencia.

Costos

Los costos que recaen sobre productores y comerciantes -por acción u omisión del Estado- les impide disponer lo mejor de sí en favor de clientes.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.