A modo de recordar, la pobreza se clasifica en varios tipos. Bajo determinados criterios de medición se la cataloga como pobreza extrema, relativa y absoluta. También figuran la pobreza infantil, rural, material, estructural, urbana y social.
Organismos internacionales como las Naciones Unidades, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se basan en una serie de indicadores de medición. A decir, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), Índice de Pobreza Humana (IPH), Índice de Gini y brecha de pobreza.
Si se considera desde la perspectiva de medición más utilizada, el Índice o Coeficiente de Gini, el sistema otorga únicamente la mirada desde el lado monetario. Por tanto, medir la pobreza como una única medida de ingreso es una forma imperfecta de comprender las privaciones de la población más pobre, debido a que no existen mercados que cubran las necesidades básicas y/o de bienes públicos.
En tanto que el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) es uno de los indicadores que identifica estas múltiples carencias a nivel de los hogares y las personas. De esta manera, complementar la información monetaria con la no monetaria proporciona una imagen global de la pobreza, ya que revelan quiénes son pobres y su condición. Además, las medidas multidimensionales se pueden desglosar para revelar el nivel de pobreza en diferentes zonas de un país y entre diferentes subgrupos de personas.
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Condición de pobreza en Paraguay: ¿Qué muestran las estadísticas?
En esta entrega, la descripción y el análisis se centra en un repaso de los Indicadores de Pobreza Monetaria elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La medición está basada en los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2021 (EPHC 2021) del cuarto trimestre y revela una radiografía de la situación social y económica de la población en Paraguay en el segundo año de la pandemia, así como el eventual para los próximos años.
La metodología de cálculo de la pobreza monetaria se realiza comparando los ingresos “per cápita” de los hogares con dos umbrales o líneas definidas: la línea de pobreza total y la línea de pobreza extrema.

De acuerdo con la definición del Instituto Nacional de Estadística, la línea de pobreza extrema representa el costo monetario de adquisición de una Canasta Básica de Alimentos (CBA) y la línea de pobreza total, el costo monetario de adquisición de una canasta básica de alimentos más el costo de adquisición de otros bienes y servicios no alimentarios considerados esenciales, constituyendo así, otro concepto más abarcador: la Canasta Básica de Consumo (CBC).
Conforme con los conceptos precedentes, los datos oficiales mostraron que, para el cierre de 2021, una persona en el área urbana necesitó como máximo generar G. 312.187 mensuales para satisfacer sus necesidades alimentarias. Es decir, ese fue el ingreso mínimo per cápita que precisó un ciudadano urbano para no situarse en la denominada pobreza extrema. Entre tanto, para satisfacer otras necesidades adicionales a la alimentación debió como mínimo generar unos G. 771.558 al mes. Así, un individuo requirió hasta un 15% más de ingresos mensuales para subsistir el año pasado con relación al 2020.
Mientras que una persona de las zonas rurales durante el 2021 necesitó G. 285.099 de ingresos mensuales para hacer frente a su necesidad más elemental: la alimentación. Si se considera, además, la cobertura de otras necesidades no alimentarias como la vestimenta, salud y vivienda, la necesidad de los ingresos se ubicó en G. 554.377.
Técnicamente poseen una mayor capacidad en cuanto a la satisfacción de sus necesidades asociadas a las condiciones sociodemográficas, culturales y económicas. En cierta manera, sus requerimientos son cubiertos de forma autónoma a través de cultivos de autoconsumo, la cría de animales y otras prácticas adquiridas de autoabastecimiento.
Al cierre de 2021, la pobreza en Paraguay alcanzó al 26,9% de la población total, es decir, a 1.951.020 personas, afectando al 34,6% de la población rural (925.115 personas) frente al 22,4% de pobres totales en las áreas urbanas (1.025.905 personas). En cuanto a los pobres extremos, 283.523 personas formaban parte de la mencionada condición. De este total, el 72,7% se encontraba en zonas rurales y el 27,3% de los pobres extremos en las urbanas.
Entre los departamentos con la mayor cantidad de pobres con respecto a su población destacaron Caaguazú (42,1% son pobres), seguido de Caazapá (41,7%) y San Pedro (40%). No obstante, en números absolutos lideraron Central (415.869 personas), Alto Paraná (216.362 son pobres), Caaguazú (240.187) e Itapúa (201.827).
Composición de los ingresos e inflación
Al observar la estructura de ingresos “per cápita” en cada nivel de ingreso en 2021, los datos del INE revelaron que un ciudadano en Paraguay necesitó como mínimo G. 5.093.275 mensuales para pertenecer al grupo del 10% de población más rica.
En el otro extremo, una persona precisó generar como mucho G. 305.836 al mes para lograr ubicarse dentro del 10% más pobre de la población del país. A este respecto, el segmento con el menor ingreso (= G. 305.836 mensuales) concentra al 2% de todos los ingresos provenientes de la generación de bienes y servicios de la economía paraguaya en el 2021.

En la prepandemia e incluso durante la crisis sanitaria, los precios no habían sufrido comportamientos alcistas y que pusieran en riesgo el esquema de metas de inflación vigente en el país. La situación cambió de manera considerable desde el segundo semestre del 2021 cuando el fenómeno inflacionario no solo se registró en Paraguay, sino que el proceso se dio a escala global con la mayor afectación en los estratos sociales más vulnerables.
Estudios del BM refieren que las personas en situación de pobreza extrema gastan alrededor de dos tercios de sus recursos en alimentos, mientras que la misma cifra para una persona con un ingreso diario de alrededor de US$ 50 (un ingreso típico en los países de ingreso alto) es cerca del 25%.
Un ejercicio realizado por el mismo organismo estima que un aumento de un 1% en los precios de los alimentos disminuirá el ingreso real de este hogar en un 0,5 % (excluyendo producción propia, cambio en los ingresos ni por sustitución de alimentos). Ello, suponiendo que un hogar gasta la mitad de sus ingresos en alimentos.
Si bien se ha demostrado que los hogares modifican sus patrones de consumo para atenuar el impacto de los precios más altos, la población de ingresos más bajos termina siendo la más afectada. Por tanto, este proceso inflacionario no solo agudiza las necesidades de miles de familias en condición de pobreza sino de otras con mayor vulnerabilidad. Y es en esta situación donde las políticas públicas bien focalizadas juegan un rol preponderante para resguardar mínimamente el bienestar de una parte importante de la población y evitar un aumento de la tasa de pobreza con impactos en el corto plazo.
Alimento
Datos oficiales refieren que al cierre de 2021, una persona en el área urbana precisó como máximo generar G. 312.187 al mes para satisfacer su necesidad alimentaria.
Agudiza
El proceso inflacionario no solo agudiza las necesidades de miles de familias en condición de pobreza, sino de otras con mayor vulnerabilidad.

