Por qué el campo paraguayo podría perder si apuesta a China

Granos de soja frente a un campo cosechado.
Granos de soja frente a un campo cosechado.Shutterstock

La discusión sobre un hipotético giro diplomático de Paraguay, de Taiwán hacia China Continental, volvió a instalarse con fuerza en el debate económico.

Si bien el Gobierno de Santiago Peña no tiene planes oficiales de estrechar lazos con el gigante asiático, a lo largo del año diversas publicaciones de la prensa local han mostrado a actores de la agroganadería, referentes económicos y políticos, promoviendo las bondades de “acceder al mayor mercado del mundo”. Esto ocurre en paralelo con el posicionamiento de la industria paraguaya y su “no” rotundo a la reprimarización de nuestra economía, que ha logrado en la última década una importante diversificación.

Ante este escenario y con la intención de explicar por qué el campo paraguayo podría perder si apuesta todas sus fichas a China, este reportaje expondrá los números de comercio con ambos países, estudios a nivel regional relacionados al tema, los posicionamientos de actores del sector primario –privados y públicos–, así como análisis de economistas. Asimismo, en las siguientes entregas, abordaremos el impacto que podría verse en los demás sectores económicos.

En primer lugar, cabe indicar que detrás de ese innegable atractivo del gigante asiático y de la idea de que el mismo estaría ansioso de comerciar con Paraguay –que no inclina la balanza mundial ni siquiera en los rubros en los que tiene ventaja comparativa–, las experiencias regionales advierten que los riesgos podrían superar con creces los beneficios de corto plazo que podría aspirar nuestra economía, incluso para el sector primario.

En efecto, un estudio publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en diciembre de 2021 se tituló “América Latina y China: ¿beneficio mutuo o dependencia?” (“paper” de Damares Lopes Afonso, Suzana Quinet Bastos y Fernando S. Perobelli). Utilizando el modelo de “equilibrio general”, los autores evaluaron los efectos del crecimiento chino en un grupo de países latinoamericanos y encontraron que, si bien hubo un incremento en términos de intercambio entre los mercados analizados, los resultados sugieren un retorno al modelo exportador de materias primas y una reducción de la actividad industrial en los países latinoamericanos, particularmente en los sectores de alta tecnología.

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Una relación evidentemente asimétrica

Ahora bien, antes de profundizar sobre el modelo comercial de China-Latinoamérica, primero resulta necesario observar los datos locales. A pesar de no tener relación diplomática con China, un tercio de las importaciones paraguayas (alrededor de US$ 15.000 millones hasta octubre de 2025) corresponden a productos chinos. Los reportes de Comercio Exterior del Banco Central del Paraguay (BCP) muestran una balanza comercial deficitaria, con saldo que supera los -5.000 millones de dólares al año.

En el 2024, exportamos al mercado chino principalmente productos del agro por US$ 25 millones e importamos sobre todo productos electrónicos y electrodomésticos por US$ 5.183 millones. En contrapartida, en el caso del comercio con Taiwán, la relación es de balanza superavitaria. A dicho mercado enviamos productos por US$ 228 millones –principalmente carne bovina, porcina y oleaginosas– y compramos por US$ 52 millones, sobre todo aparatos eléctricos y electrónicos (saldo positivo de US$ 176 millones).

Balanza comercial Paraguay/China/Taiwán
Balanza comercial Paraguay/China/Taiwán en los años 2024 y 2025.

Una economía pequeña y abierta frente a un mercado gigante

Sin embargo, la balanza comercial es apenas una referencia. Para un análisis más completo, los expertos sugieren examinar las experiencias de relacionamiento internacional entre economías abiertas y pequeñas, como la paraguaya, y mercados globales de gran envergadura.

En un país cuya ventaja comparativa está asentada sobre dos commodities –la carne y la soja–, la posibilidad de depender de un único importador gigante es más que un desafío: podría convertirse en una amenaza directa a la estabilidad del modelo productivo, a la diversificación comercial que Paraguay viene consolidando e, incluso, a la sostenibilidad económica del sector agroganadero.

Delia Núñez, de la Asociación Paraguaya de Productores de Cerdos (ACCP) y miembro de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), explica al respecto que todo productor quisiera poder exportar a China libremente, es decir, sin condicionamientos políticos. Pero la realidad es distinta. El mundo debe elegir entre China o Taiwán y en ese contexto, a su criterio, es preferible “un mercado más pequeño, pero un mercado también más seguro”.

Ing. Delia Núñez, gerente de la ACCP.
Ing. Delia Núñez, de la ACCP.

Para Núñez, la experiencia internacional nos muestra las dificultades de depender de un único comprador grande, en lugar de diversificar los destinos. Ella recuerda el caso de Rusia, que en el pasado fue nuestro principal comprador de carne roja, pero que “de la noche a la mañana, impuso condiciones y nos excluyó del mercado”. “Bueno, ese tipo de reacción es lo que vamos a tener con este tipo de mercado (como China)”, afirma.

En contraste, un hito importante se logró durante la pandemia, según resalta, cuando en un momento crítico en el que numerosas granjas tuvieron que cerrar, el sector porcino consiguió negociar con Taiwán y este se convirtió en su principal aliado y socio comercial. Paralelamente, China suspendió temporalmente su compra de Brasil en este mismo rubro y el mercado paraguayo “se inundó” de la producción brasileña pero igualmente, el país vecino tuvo que sacrificar miles de lechones. “Fue catastrófico para ellos. Por eso, siempre hay que pensar bien las reglas del juego de dónde te vas a meter. Vale la pena sentarse a pensar qué conviene más al país”, reflexiona.

¿Por qué convendría un mercado de menor tamaño como Taiwán?

Aún así, el posible acceso a un megamercado atractivo sigue seduciendo a referentes de la Unión de Gremios de la Producción (UGP) o la misma ARP.

Sonia Tomassone, asesora de comercio exterior de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), reconoce que “China definitivamente es un mercado muy importante, el principal comprador de soja del mundo”, cuya incidencia sobre precios del commodity es directa.

La asesora de Comercio Exterior de Capeco, Sonia Tomassone, habla en una entrevista.
La asesora de Comercio Exterior de Capeco, Sonia Tomassone, habla en una entrevista.

Pero esa fortaleza del gigante podría ser, al mismo tiempo, una debilidad para sus socios comerciales. “China, al tener justamente ese poderío de compra internacional, y en el caso de la soja es quien prácticamente da el norte del movimiento de la soja, tiene sus reglas particulares y tiene sus condiciones particulares. Sabemos que en varias ocasiones, para regular precios internacionales, retuvo algunos cargamentos de otros países, alegando cuestiones fitosanitarias u otra cuestión que, después, cuando el país que proveía ese producto demostraba que esa situación no era así, en ese caso liberaban los embarques, pero ya los precios caían muy fuertemente”, indica.

En cambio, la República de Taiwán, en seis décadas de vínculo diplomático, pasó de considerar a Paraguay un país al que debía brindar “apoyo económico” a verlo como un verdadero socio comercial, según explica la asesora de Capeco.

No obstante, en el rubro de la soja, Taiwán adquiere más volumen de Brasil y la expectativa paraguaya es incrementar la “tajada de torta” que lleva. “Creo que Paraguay tiene más espacio para crecer en el mercado de Taiwán. Tenemos que aprovechar la ventaja”, afirma.

Además de esa ventaja, Paraguay ha conseguido otra fortaleza dentro de Sudamérica: Se ha posicionado como uno de los pocos países en la región que logró integrarse de manera real a las cadenas globales de valor. Gracias al comercio intrarregional –principalmente con Brasil y Argentina–, el contenido de valor agregado intrazona pasó del 13% al 35% del PIB en 35 años, de acuerdo con el Reporte de Economía y Desarrollo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe - CAF, del año 2021.

En el caso de la soja, este tipo de integración permite que el producto no sea solo un commodity exportado, sino un eslabón integrado en cadenas productivas más complejas, un activo que sería difícil sostener si las exportaciones se reorientan masivamente a un único destino.

Por todo esto, expertos en comercio internacional suelen recordar una regla básica: no concentrar las exportaciones en un único destino. La recomendación clásica de “no poner todos los huevos en la misma canasta” cobra especial relevancia en un contexto donde China –al igual que ha hecho con otros países latinoamericanos– acostumbra imponer condiciones estrictas, exigir volúmenes crecientes y modificar sus reglas de compra sin previo aviso, lo que afecta directamente los precios y la producción.

Alta dependencia, nula influencia

Por su parte, Humberto Colmán, economista en jefe de la consultora Dende y exdirector del BCP, añade otros conceptos al análisis. Afirma que el acceso a un mercado más grande y la posibilidad de atraer inversión china en diversos rubros podrían generar beneficios a la economía paraguaya. Como sugiere el trabajo de Cepal, el efecto neto podría ser positivo al permitir que el país amplíe su producción y exportaciones en los sectores donde tiene ventaja comparativa.

El actual viceministro Humberto Colmán reemplazará en el cargo en el BCP a Carlos Carvallo Spalding.
Humberto Colmán, economista jefe de Dende y ex miembro del Directorio del BCP.

Sin embargo, coincide en que también hay amenazas. “Hay riesgos que tienen que ver con la dependencia hacia un socio muy grande sobre el cual vos no tenés ningún control. Vas a tener una dependencia con una limitada capacidad de influir o acordar con ellos, que para nosotros son una superpotencia”, comenta.

Precisamente, la experiencia de Honduras podría ser aleccionadora. Un país que dio el giro de Taiwán a China en el año 2023, esperando poder vender mayor volumen a un socio comercial más grande, pero que finalmente, hasta hoy no ha obtenido las grandes exportaciones esperadas.

Al menos eso es lo que muestran los números de la Asociación Nacional de Acuicultores de Honduras (ANDAH). Este país exportó a Taiwán, entre 2021 y 2023, un promedio anual aproximado de 20 millones de libras de camarones (9.000 toneladas). Después del cambio diplomático, en 2024 la cifra cayó en un 65% (3.350 toneladas). La reducción fue aún mayor a octubre de 2025 al tocar el piso de 2.000 toneladas.

China, por su parte, compró en 2024 unas 79.000 libras de camarones (35 toneladas), apenas el 0,4% de lo que importaba Taiwán antes del giro. Para 2025 el volumen aumentó, aunque escasamente, a 243 toneladas.

El peligroso financiamiento chino

Pero los riesgos relacionados a las asimetrías también vienen por el lado de las inversiones financiadas por China. “Me tocó ver hace unos años atrás, en una de las reuniones del Banco Mundial, que había una mesa de países africanos que estaban altamente endeudados con China. El dinero que llegó de China les generó inversiones, pero luego no pudieron pagar y tuvieron que entrar en proceso de arbitraje y, al parecer, los chinos son ahí muy agresivos”, relata Colmán. Y agrega: “No hay una diplomacia y una democracia y para vos, como país chico, no hay posibilidad de tener una relación bilateral equilibrada”.

El economista jefe de Dende insta a un análisis integral, que en economía se denomina “de equilibro general”, para simular cuál podría ser el impacto de un giro de China a Taiwán. Eso, considerando que habrá sectores que se podrían beneficiar, pero al mismo tiempo, otros que saldrían perjudicados.

“El precio de los commodities podría llegar a ser más alto, con una ganancia más alta para el productor, pero en esa lógica de la reasignación hacia los sectores más competitivos, puede haber una reasignación hacia los sectores agropecuarios exportadores y eso tiene otra arista importante. Que eso significaría una reprimarización de la economía. Es decir, cómo la economía podría depender otra vez más del sector primario y afectar el desarrollo industrial. Esas son las implicancias que se tendrían que pensar desde el punto de vista del equilibrio general”, puntualiza.

Al parecer, Chile, Perú, Brasil y Argentina han enfrentado el mismo dilema. China compra materias primas a gran escala, pero ofrece pocas posibilidades de transformación local. En paralelo, exporta manufacturas baratas que desplazan a las industrias nacionales. Si bien ese aspecto se abordará en detalle en la siguiente presentación de este reportaje (el impacto en el sector secundario), cabe señalar lo que parece evidente: En un país pequeño como Paraguay, sin poder de negociación y con una estructura productiva limitada, esta dependencia sería aún más crítica.

En ese escenario, la estabilidad alcanzada con Taiwán, que combina cooperación técnica y acceso preferencial, no tendría un reemplazo equivalente.

El rubro cárnico y la ventaja de no competir con otro gigante

Al mismo tiempo, otra de las variables que no pueden quedar fuera de la ecuación es el papel de Brasil como competidor en los dos commodities principales de Paraguay. En este caso, el gigante sudamericano sí inclina la balanza en materia de precios y volúmenes en carne y soja.

Para el Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), la lectura en tal sentido es tan clara como obvia: “En Taiwán no tenemos competencia del Mercosur. Estar en un mercado en el que no está Brasil, te hace trabajar con más comodidad, ya que Brasil es el gigante sudamericano agresivo”, asevera su presidente, Dr. José Carlos Martin.

En el caso de la carne bovina, Paraguay ha consolidado a Taiwán como un aliado estratégico, añade. Es el segundo mayor comprador de carne vacuna paraguaya y menudencias (50.334 toneladas por US$ 294 millones de enero a noviembre de 2025), el principal en carne porcina (13.224 toneladas por US$ 45 millones) y se perfila a ser un motor de expansión para la carne aviar, que espera poder exportar desde el próximo año a dicho destino. Ese posicionamiento, fruto de décadas de construcción diplomática y sanitaria, no solo es estable: también abre puertas a nuevos mercados de alto valor como Singapur y Filipinas.

Senacsa
El titular del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal, José Carlos Martin. Gentileza.

El titular de Senacsa es contundente en su afirmación: “China hoy no representa una oportunidad para el sector pecuario nacional”. Ello, porque con el nivel de acceso y preferencias arancelarias que se han conseguido con Taiwán, se ha podido lograr una “relación 100% complementaria”. “A pesar que en el mundo del commodity se habla mucho del ‘precio por cantidad es igual a oportunidad’, nuestros productos se diferenciaron en el mercado taiwanés. Hoy la institución es una fuerte defensora de esta relación, por los resultados al desarrollo nacional”, concluye.

¿Qué puede ofrecer Paraguay al mundo?

Dentro de este debate, el economista Jorge Garicoche, por su parte, invita a un cambio en el enfoque del análisis.

En el pasado, hace siglos –comenta–, la relación bilateral entre países se regía con los parámetros del equilibrio de la balanza comercial. Pero hoy el mundo se relaciona por disposición del consumidor, por negociaciones comerciales y no por espacios que los países puedan tener. De ahí, la tesis de que si tenemos relación diplomática con China, esta nos compraría en grandes volúmenes, parte de una hipótesis errada.

Jorge Garicoche, economista, asesor, docente y gerente de Economía de Mentu.
Jorge Garicoche, economista, asesor, docente y gerente de Economía de Mentu.

“Hoy la negociación es qué quiere comprar mi población, porque es la población la que compra, no los países. Ahí creo que la expectativa de decir ‘nosotros ya le compramos 5.000 millones de dólares a China, ellos nos van a habilitar un mercado de 5.000 millones’ es totalmente errada de partida”, señala.

Para Garicoche, el debate paraguayo sobre China y Taiwán requiere un giro conceptual: antes que elegir entre uno u otro, la pregunta clave debería ser con qué elementos Paraguay quiere y puede insertarse en el mundo.

El economista explica que, incluso en los sectores donde Paraguay ya es competitivo, como la carne o la soja, las decisiones comerciales no dependen solo de afinidades diplomáticas, sino de realidades productivas. El ejemplo más claro está en la evolución de la carne paraguaya: hace apenas unos años, la mayor parte de las exportaciones dependía de dos mercados —Chile y Rusia—. Hoy, con Rusia afectada por la guerra, Paraguay logró diversificar hasta alcanzar alrededor de 70 mercados activos, con siete destinos principales en lugar de solo dos. Esa expansión, señala, es un activo que debe consolidarse y profundizarse.

Octubre fue la segunda menor faena del año
Octubre fue la segunda menor faena del año

En el caso de la soja ocurre algo similar. Aunque Paraguay suele destacarse como el cuarto exportador mundial, la diferencia en volúmenes respecto a los líderes es abismal. “Los primeros tres producen más de 200 millones de toneladas; nosotros, 11 millones. No inclinamos el precio ni el mercado. Nos subimos al carro que otros abrieron”, resume. Por eso, aún si la soja paraguaya llegara de forma directa a China —y se evitaran triangulaciones vía Argentina o Brasil—, el margen de ganancia adicional sería acotado mientras no cambien las capacidades de producción.

El economista incluye en su análisis el caso de Uruguay, pionero en el relacionamiento con el gigante asiático. Recuerda que este país logró una balanza comercial positiva vendiendo carne y comprando poco a China. Pero tras la firma de acuerdos de cooperación en 2015-2016, el flujo se equilibró rápidamente. “Ese es el riesgo: ellos te pueden inundar el mercado y vos, con suerte, meterles un producto”, advierte.

Apuntar a mercados prémium

Frente a ese escenario, sostiene que Paraguay debe concentrarse en segmentos donde ya tiene ventajas y puede capturar más valor, como la carne de calidad para mercados premium. La evidencia reciente lo respalda: en Estados Unidos, Paraguay pasó en dos años de vender a 4.000 dólares la tonelada a 6.000. Una parte central de esa estrategia pasa por afianzarse en Asia, un mercado altamente exigente en estándares sanitarios. Haber ingresado a Taiwán –remarca– abrió la puerta a conversaciones con Japón y Singapur, dos destinos premium con alto poder adquisitivo. “El haber metido un pie en Taiwán permitió que la región comience a hablar de la carne paraguaya”, explica.

Sobre esta base, Garicoche insiste en la pregunta estructural: no se trata de elegir entre China o Taiwán, sino de definir qué tiene Paraguay para ofrecer al mundo.

gbenitez@abc.com.py