Las preguntas que aún esperan respuestas

“No atribuyas a maldad intencionada lo que puede ser adecuadamente explicado como estupidez”. Robert Hanlon.

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“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia inconsciente y la estupidez concienzuda”. Martín Luther King. 

Tanto las reformas como las revoluciones modificaban considerablemente las sociedades en las que vivimos. Y estas reformas se convierten en clases de sociología, economía o historia. Lo que nunca enseña nada es la estupidez humana. Y esta, normalmente, es el fruto del ocio estéril. Fernando Sabater acostumbraba decir: “Cuando las cosas marchan discretamente bien, los humanos nos aburrimos, entonces empezamos a metemos con los vecinos, o a desear especias raras que solo se dan en tierras lejanas y que necesitan para conseguir, afrontar mil penalidades...”. Creo que le llaman el síndrome del prado más verde.

Pero la revolución que queremos en el ambiente energético es la que nos otorgue empleos, industrias, empleos y, consecuentemente, prosperidad. El desarrollo de los pueblos es la unión de dos anhelos profundos: el de trascender, de salir de lo común, de la mediocridad y otro, tal vez más fuerte, alcanzar la equidad y la justicia.

La enorme abundancia de datos generada por disciplinas fragmentadas en miles o la sofisticación de los medios de comunicación, como las redes sociales, entre otros, permiten a los estudiosos de las ciencias sociales determinar on line, por ejemplo, la cantidad de años que vivirá un médico, un estibador de puertos o un zapatero; no el que sabemos, sino el común. Con el sistema de televisión por cable, hasta es fácil determinar cuáles son nuestros programas favoritos, por la asiduidad con que los vemos. Así llegamos al sueño de todo hombre de ciencia: predecir la conducta del ser social.

Con esta introducción creo que podemos explicar la estupidez energética en la que estamos “cortocircuitados”. Mientras algunos festejan los récords energéticos que sirven solo a nuestros socios, nosotros hacemos polladas para pagar nuestra factura de ANDE.

Esta estupidez energética hace que tengamos inmensas ganas de patear el tablero y llevar a nuestros administradores circunstanciales al paredón de fusilamiento. La toma de la Bastilla debe hacerse antes del 2023, pero con los escuálidos soldaditos de cartón y sus sargentos de plomo no lo lograremos. Antes deberíamos responder as siguientes preguntas:

–¿Por qué la ANDE sigue padeciendo una pérdida de 30%, más o menos? Es nuestro buque insignia y a la vez un monopolio injusto de la electricidad. Es la primera gran ironía y estupidez energética.

–¿Por qué la Itaipú, margen derecha, sigue mendigando recursos, mientras regalamos energía abundante, segura y barata al Brasil? Tenemos el Acuerdo Lugo-Lula que jamás lo pusimos en práctica. Y pensar que fue aceptado por ambos congresos.

–¿Por qué tenemos una sola línea de transmisión de 500 KV funcionando a medias, en todo el país? 

–¿Por qué aún no se ha construido la esclusa de navegación, a pesar de ser un país mediterráneo, no tener rutas y no producir una gota de petróleo? 

–¿Por qué no tenemos una red nacional de transporte eléctrico? Trenes balas, medios y “removidos” distribuidos en los cuatro puntos cardinales, en lugar de nuestras chatarras peligrosas y corruptas.

–¿Por qué seguimos soportando Directorios y Consejos de administración monocromáticos, pusilánimes y entreguistas? 

–¿Por qué los senadores y diputados no tomaron la cuestión energética como una causa nacional, así como el gas boliviano y el Canal de Panamá? ¿Qué falta para convencerlos que es más importante que un Kelembu de la política, o una modelito que se lanza a las artes de crear leyes? 

–¿Qué nos falta para avanzar un paso, un miserable paso, hacia la industrialización y la sustitución de importaciones? 

–¿Qué espera el presidente de la república para conformar un equipo nacional energético? Los únicos requisitos de dichos soldados del cambio son: la honestidad, el coraje y el patriotismo. En 46 años ya hemos probado de todo: mercenarios, claudicantes y estúpidos.

–¿Qué enigma tenemos que desvendar para que nuestros altos gerentes vean la luz? 

Se me ocurren algunas ideas, pero todas ellas pasan por la austeridad y el conocimiento; por ejemplo: 

1. Obtener una ley que obligue a las binacionales a tener en sus consejos y directorios la misma proporcionalidad obtenida por los senadores y diputados en el congreso.

2. Hacer que los más grandes cargos del Estado no sean remunerados con salarios mayores al salario mínimo.

3. Hacer que ningún salario del Estado y de las binacionales sea mayor que el del presidente de la República.

4. Construcción de la esclusa de navegación en Itaipú, aún en forma unilateral, ya que los brasileños, a pesar de su frase favorita, pacta sunt servanda, no la permitieron en 46 años. Será una inversión y no un “gasto”, así como con el segundo canal de Panamá, se recuperará en pocos años con peajes.

5. Condenar, aunque sea como ejemplo y por primera vez desde la caída de la dictadura, a un director corrupto o un consejero entreguista. 

6. Llamar a concurso de méritos para conformar los directorios y consejos de las entidades energéticas.

7. Desrregular el sector energético, así como se hizo con las comunicaciones. Hoy todo el Paraguay cuenta con una comunicación eficaz y a costos razonables.

Las líneas “bajas” de la Copaco están en vías de extinción. Así será la ANDE cuando acabe la complacencia interesada en materia de tarifa de Itaipú.

Por ahora es todo, me callo para no colaborar en ese terrible mal llamado estupidez humana.

Por qué?

¿Por qué seguimos soportando Directorios Ejecutivos y Consejos de Administración monocromáticos, pusilánimes y entreguistas?

(*) Vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del Paraguay. Empleado del cuadro propio de la Itaipú Binacional.

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