Paraguay y el Acuerdo de Asociación Transpacífico

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En nuestra entrega anterior se enfocó el futuro del Mercosur tras la elección de Mauricio Macri como nuevo presidente de la Argentina, mientras hoy queremos abordar algunos desafíos para el bloque desde otra perspectiva. Luego de años de tratativas, el día 5 de octubre de 2015 finalmente se cerraron las negociaciones del tratado de libre cambio más grande desde la Ronda de Uruguay de 1994: Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). El mismo fue suscripto por 12 países, entre los que se encuentran: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, los que representan en su conjunto el 40% del PIB mundial y el 10% de la población mundial.

Para la economista Antonella Cabral, investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Asunción (FCE-UNA), este tratado de libre comercio plantea, además de la disminución de barreras comerciales, facilitación del comercio, fijación de estándares para derechos laborales, protección de la propiedad intelectual, protección del ambiente, apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), políticas de compras públicas, cooperación regulatoria, establecimiento de estándares sanitarios y fitosanitarios, defensa de la competencia, telecomunicaciones y servicios. Esto evidencia la amplitud de temáticas que abarca y la vocación de la iniciativa.

La investigadora observa además que el camino recorrido hasta aquí no ha sido sencillo. El TPP tuvo como antecedente al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, conocido como P4, el cual fue suscripto por Brunéi, Chile, Nueva Zelanda y Singapur y entró en vigencia en 2006. En 2009 cuando el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, anunció que este país estaba interesado en adherirse al mismo para configurar un acuerdo comercial “Del siglo XXI”, los ojos del mundo se posaron sobre esta iniciativa.

Según Cabral, se inicia a partir de la conclusión de las negociaciones, el complejo proceso de la ratificación por parte de cada uno de los Estados, conforme a los respectivos procedimientos constitucionales, lo que decidirá el futuro de esta iniciativa. En el caso de Estados Unidos, el Congreso ha otorgado al Presidente la posibilidad de negociar acuerdos comerciales de forma independiente. Esta ley, del “fast track”, limita la actuación de esta institución a una aprobación o rechazo, sin la posibilidad de realizar cambios sobre lo negociado, lo que pese a ser más simple no implica un proceso sencillo. Las expectativas del TPP para América Latina son dispares, ya que para los tres países involucrados puede significar una oportunidad de aumentar el comercio, la inversión y dinamizar la economía; mientras que para el resto se vislumbra como un gran desafío. Para los participantes estas ventajas se evidencian en distintos sectores y mercados. Chile, por ejemplo, pese a tener acuerdos con todos los demás firmantes, puede profundizar sus vínculos con aquellos con cuya relación no ha sido explotada. Por su parte México, puede tener la oportunidad de diversificar los destinos de sus exportaciones, las que se dirigen en la actualidad principalmente a Estados Unidos.

Tanto Chile como México y Perú podrán beneficiarse de la facilitación del comercio, lo que disminuirá los costos vinculados al transporte; del sistema de acumulación de origen entre los socios; de la armonización y facilitación de las medidas fitosanitarias; de la cooperación regulatoria y de la elevación de los estándares de protección a la inversión, entre otros, explicó.

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Efecto derivado

Un efecto derivado de la participación de Chile, México y Perú es que al pertenecer estos tres países a la Alianza Pacífico y no estar presentes los países del Mercosur, parecería expandirse la brecha entre ambos bloques regionales, advierte la economista. Es precisamente el Mercosur y sus países miembros, al igual que aquellos de la región no participantes, los que deberán enfrentarse a los desafíos asociados a la necesidad de fortalecer la competitividad de las economías frente a esta nueva asociación. Esto se vuelve un imperativo, en atención a que el TPP incluye a ciertos países cuya oferta exportadora es similar a la de países como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los cuales no participan de este ambicioso acuerdo.

El Mercosur, por tanto, estaría expuesto a perder mercados y a limitar su alcance a otros nuevos. Hasta ahora, este bloque prefirió mantenerse al margen de la propuesta del TPP, dijo en otro momento.

Paraguay, por su parte, se encuentra en una situación compleja en cuanto a lo que a integración económica se refiere. Debido a la Decisión del Consejo de Mercosur Nº 32/00 que establecía que los acuerdos comerciales con terceros países o con agrupaciones de extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias debían ser negociados en forma conjunta, ve restringida sus posibilidades de asociación.

Esta normativa, sumada al conflicto desatado luego de la suspensión de Paraguay en 2013, puso al país y al bloque en una posición incómoda. Ante esta coyuntura, autoridades de países como Brasil y Uruguay plantearon la posibilidad de un bloque “a dos velocidades”, en el cual los países puedan avanzar en sus negociaciones propias, pero esto aún se encuentra pendiente.

La propuesta surge a raíz del fracaso en las negociaciones, iniciadas en 1999, entre la Unión Europea y el Mercosur para firmar un acuerdo de libre comercio. Los magros resultados obedecen, entre otras causas, al proteccionismo, problemas políticos y el interés demostrado por parte de la Unión Europea en negociar con el bloque sudamericano completo, sin excepciones, pese a haber declarado a Brasil como su “socio estratégico”.

Recuerda que durante su suspensión, Paraguay se adhirió como observador a la Alianza Pacífico, de la que son fundadores Colombia, Perú, México y Chile. Esto fue un intento de evaluar nuevas posibilidades, pero con su reincorporación como miembro pleno del Mercosur en agosto de 2015, se renuevan los condicionamientos a los que se enfrenta para las negociaciones que desee emprender.

El gobierno propone a través del Eje 3 del Plan de Desarrollo “Paraguay 2030”, la inserción del país a nivel internacional y uno de los temas a considerar es la apertura de mercados. La cuestión a desentrañar sería entonces qué tipo de inserción es la que debe buscar el Paraguay y actuar en concordancia con ello, planteando políticas a largo plazo y articulando las medidas a nivel internacional para lograrlas.

Este es un momento clave para que los miembros del bloque definan su futuro. Deben sentarse a negociar los términos en los que el mismo seguirá funcionando en atención a la situación global, que muestra un escenario menos optimista para la región que en la década pasada, concluyó.

Inserción

La cuestión a desentrañar sería qué tipo de inserción es el que debe buscar el Paraguay y actuar en concordancia con la estrategia.

Eje 3

El Gobierno propone en el Eje 3 del Plan de Desarrollo Paraguay 2030, la inserción internacional del país. Se deberá considerar la apertura de mercados.

Perder

El Mercosur estaría expuesto a perder mercados y a limitar su alcance a otros nuevos. Hasta ahora prefirió mantenerse al margen de la propuesta del TPP.

Desafíos

Mercosur deberá enfrentarse a los desafíos asociados a la necesidad de fortalecer la competitividad de las economías frente a esta nueva asociación.