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Cada etapa de la vida tiene su encanto, y la niñez no es la excepción. Es bueno aprovechar este periodo para divertirnos al máximo aprendiendo cosas nuevas y jugando con nuestros seres queridos. Fomentemos nuestra curiosidad natural por todo lo que nos rodea y exploremos el mundo con nuestra mirada de niño que todo lo quiere descubrir.
Así también existen cosas que aún no podemos comprender, por lo que debemos respetar a los mayores cuando nos explican que algo no es para niños sino solo para adultos; ya creceremos y podremos hacerlo también.
Una de las actividades más importantes en nuestro día a día es el juego. Los momentos de juego, además de ser divertidos, nos enseñan a desarrollar muchas habilidades como la socialización y comunicación cuando lo hacemos con otros niños, y también habilidades motrices y cognitivas, dependiendo del juego. Para cada momento hay uno indicado. Cuando hace frío o llueve, podemos jugar dentro de la casa, ya sean juegos de mesa o armar rompecabezas, armar bloques, juegos de memoria, entre otros. Cuando el tiempo está apto para salir, es ideal un recorrido al aire libre por el parque con la bicicleta o jugar al fútbol con los amigos, saltar y movernos en los juegos con obstáculos o lo que más disfrutemos.
Ya desde pequeños nuestra personalidad comienza a aflorar, y es bueno que nuestros padres puedan reconocer nuestras fortalezas y fomentarlas. No todos los niños disfrutamos por igual una tarde de deporte, algunos preferimos sentarnos a pintar o ejecutar el piano. Cada niño presenta sus propios gustos y esa individualidad es digna de ser respetada y reconocida.