Las bacterias y otros microorganismos presentes en el ambiente son los responsables de la descomposición de los alimentos. Cada alimento se descompone a un ritmo diferente bajo la acción de esos microbios. Por lo tanto, los alimentos en su estado natural son válidos durante un tiempo limitado, luego del cual experimentan transformaciones químicas y físicas que los vuelven perjudiciales para la salud humana.
Para resolver este problema y poder contar con todo tipo de alimentos cuando se desee utilizarlos, el ser humano creó una serie de procesos: los métodos de conservación de alimentos, cuya finalidad es prolongar considerablemente el tiempo de vida útil de los alimentos retrasando el crecimiento de los microorganismos causantes de la descomposición.